Carta abierta al estapedio de Nadal: déjale y déjanos disfrutar

Uno de los grandes temores que tengo de cara al 2024 es que llegue el Día D. El Día D es uno que yo, ingenuo de mí, pensaba haber vivido hace ya algunos años. Pero no llega. No llega porque un señor ha decidido vivir dando la espalda al camino de lo racional. Ese señor se llama Rafael Nadal y el Día D es el día que anunciará que deja el tenis.
Hay muchas posibilidades de que ese día llegue en este 2024 que está amaneciendo. Y por eso mismo escribo estas líneas, una carta abierta a todos los huesos y músculos que componen el cuerpo del mejor deportista que ha tenido España. Si Internet no me engaña, el cuerpo de un adulto tiene 206 huesos y más de 600 músculos. No sé cuántos se habrá resquebrajado Nadal, que cumplirá 38 años en junio, pero sí estoy seguro que no me alcanzan a contarlos con los dedos. Ni sumando los de los pies.
Les pido a todos esos huesos y músculos que le dejen un tiempo tranquilo. Que le dejen disfrutar -al menos- un año más en la pista. Que nos dejen disfrutar a los que estamos en la televisión o en la grada. Llamadme malpensado, pero ahora mismo no me fío ni del estapedio, el músculo que, si Internet no me engaña, es el más pequeño de todos los que tenemos. Mide cinco milímetros y está en el oído interno. Por favor, estapedio de Nadal, no te rompas y déjale tranquilo.
❌ El 18 de enero de 2023, una rotura del psoas dio inicio al calvario de Nadal.
— Nacho Encabo (@NachoEncabo) December 31, 2023
😢 Ha sido su año más duro. Una lesión que no cura, un sueño roto, el quirófano, las dudas...
🧵 ¿Qué ha ocurrido en estos 12 meses? Va hilo-resumen de su última resurrección👇 pic.twitter.com/e0Kasbrfqe
Ahora que su regreso se acerca y viendo los mensajes que lanza últimamente Nadal, siento que cada vez que salte a una pista puede ser la última. Y temo que voy a vivir cada partido con angustia. Cada vez que levante una ceja voy a pensar que se acaba. Cada vez que mire a su box con cara extraña voy a pensar que se acaba. Cada vez que se toque el muslo, el gemelo o el codo voy a pensar que se acaba. Va a ser un año angustioso para los que seguimos el tenis, de verdad.
Alguna vez se tiene que acabar. Hubo un tiempo en el que no me imaginé a Nadal compitiendo en el año 2024. Voy a ser sincero: en enero de 2017, cuando viajé a Melbourne para el Open de Australia de aquel año, estaba convencido de que a Nadal se le estaba acabando la gasolina. Llevaba unos meses muy tocado y le veía más pensando en el futuro -acababa de inaugurar su academia- que en el presente. Desde entonces, alcanzó la final de diez Grand Slam y ganó ocho de ellas. Nunca he sido bueno pronosticando el futuro. Cuando vi que Nadal llegó a la final de Australia 2017 y que unos meses después ganaba Roland Garros y el US Open -para comprobar esto no he tenido que acudir a Internet- me prometí a mí mismo una cosa: no vuelvas a dudar de Nadal. No tiene ningún sentido enterrarlo.
Y aquí está. Con casi 38 años, después de una temporada en blanco, queriendo volver. Él dice que vuelve sin grandes expectativas, pero yo no le creo. Si vuelve, es porque se ve capaz de todo. Su cerebro se lo dice y ahora es su cuerpo el que se lo tiene que confirmar. Así que, por favor, estapedio, psoas, fémur, bíceps, metatarsiano, cúbito, aductor y demás músculos y huesos de su cuerpo. Dejadle disfrutar de este Last Dance. Dejadnos disfrutar.