Los años dorados del tenis en Madrid antes del Mutua con Borg, Vilas o Lendl: "Los jugadores eran más cercanos que ahora"
El Club de Campo albergó el Grand Prix de Madrid en las décadas de los 70, 80 y 90.

Este domingo concluye la tercera edición del Open de Madrid, un torneo de categoría Challenger ATP en el Club de Campo Villa de Madrid. Una competición que congrega a jugadores de un ranking normalmente por debajo del top 100 en el que varias promesas, como esta edición Juncheng Shang o Joao Fonseca, intentar dar sus primeros pasos en el circuito.
El recinto que dispone de tres pistas oficiales para los partidos y otras ocho de entrenamiento, todas de tierra. Además, el club tiene una enorme sala de equitación, un campo de golf y un restaurante donde socios y deportistas pueden disfrutar de su ambiente natural.
Ahora circulan jugadores que tratan de ganar puntos para ascender en la clasificación de la ATP, pero entre 1972 y 1994 el Club Villa de Madrid veía pasear por su recinto a los mejores jugadores del mundo. Björn Borg, Guillermo Vilas, Ilie Nastase, Ivan Lendl, y otra gran cantidad de leyendas del tenis que acumularon Grand Slams y semanas como número uno del mundo en cantidades industriales. Algunos años el torneo se celebró en el Club de Tenis Chamartín.

"Los jugadores no se querían ir de Madrid"
Director del Torneo de MadridEl torneo, antes de la aparición de la ATP, era la cita más importante de nuestro país, junto al Godó, dentro del Grand Prix, el circuito profesional que gobernaba el tenis durante aquellas dos décadas. Sería el equivalente a lo que ahora es el Mutua Madrid Open. "Recuerdo que los jugadores, aunque fuesen de los mejores del mundo, eran muy accesibles para hablar con ellos. Eran más cercanos porque no tenían detrás esas agencias de comunicación que existen ahora. Yo, por ejemplo, tenía una gran relación con Guillermo Vilas. Nos saludábamos, nos abrazábamos, charlábamos… Me acuerdo una vez aquí, en el club de campo, que mi reloj le deslumbraba un poco y se acercó para decirme que me lo quitase o me cambiase de sitio que le molestaba", recuerda con Relevo el veterano periodista Miguel Ángel Zubiarrain, director de la revista Grand Slam.
Una de las voces autorizadas para hablar sobre el Torneo de Madrid es José Edison Mandarino, conocido como 'Chiqui'. El brasileño, nacionalizado, fue jugador, director de la competición y del propio Club Villa de Madrid. Un todoterreno que recuerda con añoranza aquellos años. "El ambiente era inmejorable en aquella época. Venían grandísimos jugadores y podías verlos en directo en España. Era una semana al año muy agradable. Los jugadores no se querían ir de aquí", confiesa 'Chiqui'.

Otra de las particularidades del torneo era la habitual lluvia que llegaba a la capital del España en fechas de su celebración. "Si había sequía en Madrid, había que organizar el torneo para que lloviese", comenta un trabajador del torneo. Una circunstancia que provocó algunos quebraderos de cabeza en más de una ocasión para la organización.
"Hubo un año, por ejemplo, que tuvimos una mala suerte tremenda. Porque empezó a llover media hora antes de la final. Fue un desastre. Y entonces tuvimos la grandísima suerte de que en el Club de Campo había unas pistas cubiertas. Pero claro, tuvimos que trasladar todo el tinglado de publicidad en la pista central. Para que pudiese además televisarse el partido. Sin televisión, los sponsor no pagaban en aquella época", señala el director del torneo.
"Viví una de las mejores finales que vi en mi vida"
Revista Grand SlamLos partidos, por su parte, eran un espectáculo. "Viví una de las mejores finales que recuerdo. Fue un duelo entre Clerc y Vilas. El marcador en sets estaba 2-1 a favor de Vilas y en la cuarta manga ganaba 4-1 con ventaja para ponerse a un punto del torneo. El árbitro había dado una bola mala a Clerc, que le daba prácticamente la victoria a Vilas. En la revisión le dieron por bueno el golpe y acabó remontando el partido. Fue increíble", rememora Zubiarrín.
Cabe mencionar que el juego en las pistas de tierra del Club Villa de Madrid era diferente a otras. El motivo principal son los más de 500 metros de altitud que señala Jordi Arrese, campeón en 1991. "En Madrid siempre me he sentido muy cómodo porque me gustaba la altura. Al jugar muy liftado, la presión provocaba que la pelota se movía más rápida".

Un torneo "especial y muy extraño a la vez" para Jordi por la edición de 1989, donde alcanzó la final. "Desde muy joven que tenía dos hernias discales cervicales. Esa semana jugué con un collarín todo el torneo. Justo en la final ya estaba algo mejor y me saqué el collarín y fue cuando perdí contra Martín Jaite".
Por último, siempre se organizaba una fiesta de clausura dentro del club con todos los jugadores que participaron, prensa, socios y trabajadores. "Eran muy públicas. Aunque había algún que otro tenista que se escondía muy bien. Eran otros tiempos, divertidos y con muy buen tenis", destaca 'Zubi' de un torneo histórico para el tenis, tanto español como mundial.