Cuatro abandonos en 26 días dibujan un escenario agotador para Paula Badosa y su lesión "un poco crónica"
La española se ha retirado de Mérida, Indian Wells, Miami y Charleston y no tiene fecha de regreso. La vértebra que se rompió en 2023, la culpable de todo.

Paula Badosa se retiró el 28 de febrero de los cuartos de final del WTA 500 de Mérida; el 6 de marzo anunció su renuncia al torneo de Indian Wells; el 24 de marzo se bajó de Miami antes de su partido de octavos; y el 25 de marzo publicó en sus redes que no jugará Charleston y que no tiene fecha de regreso. Cuatro abandonos en 26 días que dibujan un paisaje agotador para la tenista catalana, que justo después de resurgir, de pisar sus primeras semifinales de Grand Slam y de volver al top ten, observa cómo está cayendo otra vez en el pozo. Y todo por culpa de la maldita vértebra que se rompió hace casi dos años, en mayo de 2023.
"Como sabéis, me tuve que retirar de Miami y los siguientes torneos. Es muy duro tener que lidiar con todas las molestias, el parar y tener que volver al nivel más alto cada vez... Ahora toca volver a pasar por el proceso de recuperación otra vez. Espero veros pronto", escribió Badosa el martes en una storie de Instagram con una foto en blanco y negro y un "gracias por el apoyo siempre".
Son días oscuros para la jugadora de 27 años, que está reviviendo los momentos más delicados de su lesión: cuando le dolía la espalda a más no poder, cuando no podía competir, cuando no sabía si iba a regresar, cuando se recorrió medio mundo en busca de un médico que le diera esperanza, cuando recurrió a las inyecciones de cortisona, cuando veía que se desplomaba en el ranking, cuando todo era dolor e incertidumbre.

Es imposible que todos esos pensamientos no estén rebotando a estas horas por la cabeza de Badosa, pero también hay un hilo de esperanza detrás de ese nubarrón, un hilo de esperanza al que agarrarse: si la española consiguió escapar una vez, ¿por qué no dos?Hay pocas deportistas en España con la garra, el amor propio y el carácter de Badosa, una jugadora que mueve montañas cuando algo se le pone entre ceja y ceja.
"Siempre te enfrentarás a situaciones que crees que no puedes superar, pero cada vez lo acabas", fue el mensaje que colgó el martes su entrenador, Pol Toledo, para recordarle a su jugadora que toca levantarse otra vez. De momento, su mensaje no habla de una fecha de regreso y el siguiente torneo que tenía previsto jugar después de la gira americana era el WTA 500 de Stuttgart (del 14 al 21 de abril) para después viajar a España para disputar el Mutua Madrid Open (del 22 de abril al 4 de mayo). Ahora mismo, el calendario se encuentra en standby.
Una lesión para toda la vida
Para comprender este calvario que está viviendo la actual número 11 del ranking WTA hay que retroceder casi dos años, al 12 de mayo de 2023, cuando su vértebra L-4 se fracturó durante un duelo del WTA 1000 de Roma. Badosa ganó aquel día, pero esa vértebra rota ha sido la gran culpable de todo este proceso. La española jugó apenas un torneo más en 2023 -Wimbledon, donde se retiró en segunda ronda- y no reapareció hasta febrero de 2024. En aquellos meses que estuvo parada supo que los problemas de espalda la acompañarían siempre.
"Me muero de ganas por seguir jugando muchos años si esta lesión me lo permite, porque es un poco crónica y complicada, y voy a tener que estar vigilándola siempre", había señalado en una entrevista con El País en noviembre de 2023. "Un día te sientes bien y, de repente, los tres siguientes estás mal, así que te pierdes fácilmente. No podía hacer el día a día normal porque iba con una faja y tenía que estar tumbada, haciendo seis o siete horas al día de magneto, así que estaba completamente parada. Eso es durísimo para mí porque soy medio hiperactiva. Ha sido muy difícil manejarlo, la verdad".

En su regreso a principios de 2024, las cosas fueron realmente difíciles: sus primeros seis torneos se saldaron con tres victorias, dos abandonos y cuatro derrotas más, mandando a Badosa fuera del top 100 justo cuando se celebró el Mutua Madrid Open. Ahí tocó fondo. Días antes de jugar en la capital española, la pupila de Pol Toledo admitió que los doctores que había visitado habían sido muy pesimistas.
"Yo les dije que vale, que necesitaba una solución, algo. Hemos probado con inyecciones de cortisona y me dijeron 'Es la única opción que tenemos y quizás lo tengas que hacer si quieres jugar unos cuantos años más'. ¿Unos años más? Pero si tengo 26", dijo en aquel momento la exnúmero dos de la WTA. "Estoy muy asustada. Me dijeron que quizás pueda funcionar unos meses, pero que después habrá que chequearlo de nuevo y ver si tengo que parar".
La realidad de Badosa en los últimos tiempos da la razón a esos médicos que fueron tan pesimistas. El mazazo, sin embargo, es todavía mayor porque la española había regresado a los primeros planos desde finales del año pasado, con título en Washington, semis de Cincinnati, cuartos del US Open y semiis de Pekín en apenas un par de meses. Y en enero confirmó su buen momento reventando su techo en los Grand Slam y alcanzando las semifinales del Open de Australia.