"Esa ambición desmedida" o lo que C Tangana nos dice de Carlos Alcaraz

Melbourne.- "Quiero jugar aquí contra él, quiero llegar a la final y ojalá la juegue contra Novak", dice Carlos Alcaraz. Es 13 de enero.
"Quitar récords a leyendas como Björn Borg siempre se agradece, siempre es bueno. Pero yo los que quiero batir son los récords de Djokovic", dice Carlos Alcaraz. Es 20 de enero.
"Me llamo milagro", dice Carlos Alcaraz, riéndose, medio en broma medio en serio, después de que el mítico Rod Laver señalara que "salvo milagro" ya podían ir poniendo el nombre de Novak Djokovic en el trofeo. Es 22 de enero.
El 24 de enero, Alcaraz se da de bruces con la realidad. Ni final contra Djokovic ni milagro ni pensar en récords lejanos. "No sé lo que me ha pasado", asegura el murciano después de perder 6-1, 6-3, 6-7 (2-7) y 6-4 con Alexander Zverev en los cuartos de final del Open de Australia. "Si quiero hacer grandes cosas, si quiero ganar más Grand Slam, tengo que mejorar estas cosas".
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Esta ambición desmedida
Por las mujeres, la pasta y los focos
Me está quitando la vida
Poquito a poco a poquito a poco
Cambien mujeres, pasta y focos de la letra de Un Veneno de C Tangana por Grand Slam, récords y títulos y podría ser una buena definición de lo que le está ocurriendo a Carlos Alcaraz. A sus 20 años, el murciano ya ha conseguido muchísimo más que la inmensa mayoría de los tenistas profesionales que ha habido en la historia: ha levantado dos Grand Slam, ha alcanzado el número uno del ranking ATP -el más joven en serlo-, ha conquistado títulos en tierra, dura y hierba y ha resquebrajado multitud de récords de precocidad. Si ahora mismo se jubilara, estaría ya entre los 30 o 35 mejores de todos los tiempos.
Conviene recordar esas cosas. Que Alcaraz tiene 20 años y que alcanzar los cuartos de final de un Grand Slam es un resultado más que digno. Sólo llegan los ocho mejores y hay que ganar antes cuatro partidos al mejor de cinco sets. Pero Carlitos ha establecido un baremo en el que unos cuartos es casi lo mismo que la nada. Tiene tenis para mucho más, lo sabemos todos, lo sabe él y lo sabe su equipo.
Juan Carlos Ferrero, su entrenador, dijo a finales de 2023 en Cope que no se conformaba con repetir el 2023. Recuerden: títulos en Wimbledon, Indian Wells, Madrid, Barcelona, Queen's y Buenos Aires, además de semifinales de Roland Garros y US Open. "Empatar el mismo año no me gusta. A mí no me gusta conformarme. Yo sé que él también quiere más", decía Ferrero.
Alcaraz nunca ha escondido su ambición: quiere pelear por ser el mejor jugador de siempre, sentarse en la mesa de los Novak Djokovic, Rafael Nadal y Roger Federer. Sin embargo,gritarlo a los cuatro vientos puede que no sea la mejor estrategia. Esos quiero batir los récords de Djokovic o quiero ser uno de los mejores de la historia son piedras que se van acumulando en la mochila. Poquito a poco a poquito a poco, que canta Puchito.
Y ese peso se nota. Muchas veces te ata al suelo y no te deja volar. Porque con esas expectativas que él genera, cada derrota, cada tropiezo, se mira con lupa. Los mejores de la historia pierden, pero pierden poco. Y cuando pierden, empiezan los murmullos.

"Yo no tengo miedo de expresar lo que quiero alcanzar, lo que quiero conseguir. Siempre he dicho que hay que soñar a lo grande. No tengo miedo en decir abiertamente cuáles son mis sueños, mis objetivos", insistía Alcaraz estos días. "Puede que haya gente a la que le guste y otra a la que no le guste. Una de las cosas que he aprendido es que no puedo agradar a todo el mundo. Diga lo que diga, haga lo que haga, siempre habrá gente a la que le guste más y otra a la que menos. Nosotros somos de una manera. Como habéis podido ver, yo soy ambicioso y no tengo miedo de decir lo que quiero conseguir ni mis objetivos".
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Es un veneno cruel y violento
Que estáis alimentando
Que va a hacer que me mate
Mientras todos seguís ahí mirando
Para llegar a ser uno de los mejores de la historia hacen falta dos cosas: tener las armas y creérselo. Alcaraz tiene el tenis -"La gente nunca ha visto el tenis que juega Alcaraz", decía Mats Wilander a Relevo en Melbourne- y se lo cree. Ahora le toca recorrer el largo, larguísimo, camino hacia ese sueño. Poquito a poco a poquito a poco. Despacio y con buena letra. Y cuanto menos peso lleve en la mochila, cuanto menos veneno, mejor.