OPEN DE AUSTRALIA

Deportista de élite sin redes sociales: así es Cristina Bucsa, la nueva sorpresa del tenis español

Recién ingresada en el Top-100 de la WTA, la cántabra que asombra en el Open de Australia no tiene patrocinadores, se paga sus propias raquetas y entrena con su padre.

Cristina Bucsa celebra la victoria ante Bianca Andreescu en segunda ronda de Australia. /GETTY
Cristina Bucsa celebra la victoria ante Bianca Andreescu en segunda ronda de Australia. GETTY
Daniel Arribas

Daniel Arribas

Hace unos días, Cristina Bucsa era una completa desconocida para el aficionado al deporte en España. Ahora, en el Open de Australia, primer Grand Slam de la temporada, la tenista nacida hace 25 años en Moldavia, aunque criada desde niña en Torrelavega, ha roto todos los esquemas tras remontar este miércoles en segunda ronda a Bianca Andreescu, ganadora del US Open en 2019 (2-6, 7-6(7), 6-4).

"Ha sido increíble, nunca había jugado con una afición que me apoye tanto. Poco a poco voy recogiendo los frutos de todo el trabajo", declaró con una sonrisa tras el encuentro. No era para menos. Con un tenis agresivo, paciencia y mente fría, Bucsa dio la campanada y mañana se medirá en tercera ronda a Iga Swiatek, número uno del mundo desde el pasado mes de abril.

"Será un gran reto para mí. Iga es una de las mejores y espero estar lista para dar lo mejor", explicó el miércoles todavía en la pista, ante la atenta mirada de unos 2.000 espectadores.

Las expectativas, en cualquier caso, ya están superadas. Bucsa, que aterrizó en Melbourne justo después de ingresar en el Top-100 del ránking WTA, es un rara avis en el circuito. Lejos de los grandes focos, la cántabra hace malabares para entrenar con su padre Ivan, osteópata, fisioterapeuta y masajista.

"Nunca nos hemos planteado ir a una gran academia o grupo de competición", aseguró a Punto de Break a finales de año. "En este deporte hay que cuidar mucho a la gente que te rodea, no todo es lo que se ve en la pista".

Ni redes sociales ni patrocinadores

Hecha a vivir lejos de casa, obligada por un calendario cada vez más ajustado, Bucsa y su padre organizan sesiones de entrenamiento con otras jugadoras del circuito en cada torneo. Es su modo de supervivencia. Su rutina.

"Soy una persona muy organizada, me gusta tener todo planificado, controlar el tiempo que destino a cada cosa", reconoce. En ese esquema, claro, no hay espacio para distracciones como las redes sociales: "No tengo ni Instagram ni Twitter, y el Facebook solo lo utilizo para contactar con otras tenistas y jugar dobles".

Introvertida por naturaleza, Bucsa, especialista en pista rápida y gran admiradora de Kim Clijsters, es la sexta mejor española del ránking WTA, solo por detrás de Paula Badosa (16ª), Sara Sorribes (65ª), Garbiñe Muguruza (73ª), Nuria Párrizas (75ª) y Rebeka Masarova (93ª); aunque podría escalar muchas posiciones después de Australia.

Todo ello, sin contrato de raquetas ni patrocinadores para la ropa: "Mi padre siempre se ha intentado mover para hablar con las marcas, pero nunca nos han hecho mucho caso. Me compro mi propia ropa y me vale para tres o cuatro años", señala. "Sé que hay tenistas con ranking más bajo que tienen todo eso cubierto, pero no me molesta".

Un Everest llamado Iga Swiatek

Ahora, tras vencer bajo el radar a Andreescu, ganadora de Grand Slam y número 43 del mundo, todos los focos apuntan a Bucsa, que ya había superado tres rondas previas para entrar al cuadro final del Open de Australia. El lunes, además, tumbó en primera ronda a la alemana Eva Lys, contra la que también tuvo que remontar (2-6, 6-0, 6-2).

Swiatek, en cambio, implica un desafío superior. La polaca, monarca del circuito femenino en 2022, como atestiguan sus 37 partidos invicta, cayó en las semifinales de Australia del último año. Pero ahora quiere redimirse.

"Estoy contenta porque he jugado muy sólida y eso es lo más importante", declaró el miércoles en rueda de prensa tras su triunfo ante la colombiana María Camila Osorio (6-2, 6-3).

Lo que todavía no sabía la polaca era que su rival en tercera ronda iba a ser Bucsa. Tal es así que los periodistas, confiados en una victoria fácil de Andreescu, preguntaron a la número uno por el cruce con la canadiense. "Bianca es una rival muy dura", respondió.

Bucsa, martillo pilón, tenista silenciosa, sin manías —las considera "absurdas"—, no había dicho su última palabra. A diferencia de muchas integrantes del circuito WTA, atemorizadas por el poderío de Swiatek, la cántabra no suele ponerse nerviosa en las grandes citas: "Al otro lado de la red hay una persona normal, igual que tú".

Además, la española ya se enfrentó el curso pasado en Washington a Simona Halep, ganadora de Roland Garros y Wimbledon. No pudo ser, cayó en dos sets (6-3, 7-5), pero el reto no le asusta. "Si sale bien, perfecto; si pierdo, a mirar los errores y a trabajar más duro al día siguiente".