"Resucité cuatro veces": así es el hombre que ha obrado el milagro con la lesión de Djokovic

Si hay un nombre importante este año en el equipo de Novak Djokovic en el Open de Australia, ese es Miljan Amanovic. "Confío en la magia de Miljan", dice Nole sobre el hombre al que se encomendó para que su muslo izquierdo resistiera y no le impida levantar su 22º Grand Slam.

Dos días antes de que arrancara el torneo, Djokovic se sometió en Melbourne a una resonancia magnética para conocer el alcance de su lesión en los isquiotibiales. "El 97% de los tenistas se habría retirado con su lesión", ha reconocido su entrenador, Goran Ivanisevic, que se quedó "en shock" viendo la buena evolución de la pierna. Y todo gracias a las manos de Amanovic, que se convirtió estos días en la sombra del campeón. La del fisioterapeuta es una de las primeras caras que veía al despertarse y lo mismo le ocurría cuando se iba a dormir. Y lo que diga Rodja, como le llama cariñosamente, va a misa.

A finales de 2022, Djokovic dejó de trabajar con el fisio argentino Ulises Badío, uno de sus hombres de máxima confianza desde que juntaron sus caminos en mayo de 2017. Su lugar lo ocupó Claudio Zimaglia, un clásico del circuito de tenis. Sin embargo, Djokovic anunció en los primeros días de 2023 que durante varias semanas al año le acompañaría Amanovic. No sorprendió a muchos: Amanovic es posiblemente el hombre que mejor conoce los músculos y los huesos del campeón serbio.

Amanovic se graduó como fisioterapeuta en 1999 y sus primeros trabajos de renombre fueron en el baloncesto. Entre 2001 y 2003 trató a los jugadores Nikola Jestratijevic y Vladimir Radmanovic y después dio el salto a la sección de básquet del Estrella Roja, un trabajo que compaginaba tratando a deportistas en el club TK Gemax, situado a las afueras de Belgrado.

En el TK Gemax solía entrenar Djokovic y ahí se conocieron. En 2007, el tenista llamó a Amanovic para ver si quería acompañarle por el circuito. Por aquel entonces Nole era más promesa que realidad, pero ya apuntaba maneras. Amanovic no lo dudó. El fisio se unió al equipo de Djokovic y fue testigo directo de su meteórico ascenso. Tras 12 Grand Slam juntos, el jugador decidió cambiar de manos en 2017. Amanovic se seguiría asistiendo en Belgrado, pero ya no viajaría y su labor la cumpliría Ulises Badío.

Aquel no fue el único golpe que recibió Amanovic en 2017: al poco tiempo de la decisión de Nole, sufrió un infarto que estuvo a punto de costarle la vida. "No tenía ningún síntoma y sufrí un ataque al corazón. Resucité cuatro veces y ahora puedo decir que fue la voluntad de dios en el verdadero sentido de la palabra, porque si un solo eslabón en la cadena de cosas que sucedieron no hubiera estado en su lugar, ese día probablemente habría dejado esta vida terrenal", recordaba hace unos días Amanovic en el periódico serbio Blic. Le colocaron un stent y desde entonces no ha vuelto a tener ningún susto.

Miembro del equipo olímpico serbio en los Juegos de 2008, 2012, 2016 y 2021, Amanovic regresó al equipo de Djokovic en 2018 y el jugador le propuso en 2022 otro cambio. "Miljan ha viajado mucho, tiene tres hijos y tenemos grandes planes para el Novak Tennis Centre, queremos transformarlo en una academia y Miljan es una de las personas clave. Estoy encantado de que haya aceptado este nuevo rol", dijo Djokovic en abril de 2022.

Amanovic ya se estaba haciendo a su nuevo papel en la vida de Djokovic cuando la inesperada salida del equipo de Ulises Badío -de mutuo acuerdo, según las partes- le ha vuelto a colocar en el centro del escenario. Y en su primer viaje junto a Nole en este 2023 se ha tenido que emplear a fondo.

"En los últimos días he estado más conectado a máquinas que a cualquier otra cosa. He pasado más tiempo en las máquinas que incluso en la cama", decía el ya campeón de 22 Grand Slam esta semana en Melbourne Park. "Vamos día a día y estamos haciendo muchas cosas. Para mí, honestamente, es agotador tener que hacer tantos tratamientos diferentes y con tantas máquinas. Pero sé que es necesario para que mi cuerpo esté en condiciones". El muslo resistió y Djokovic celebró su décimo Open de Australia. Buena parte de la culpa es de las manos mágicas de Rodja.