El "terror" del día a día de un tenista por el dopaje: "He perdido la cuenta de las mujeres que me han visto duchándome"
Jugadores y jugadoras explican y reflexionan sobre todas las rutinas a las que se enfrentan para evitar dar positivo en un control.

En el informe del positivo de Iga Swiatek se podía ver cómo había documentado todos y cada uno de los suplementos que toma en su día a día. Tenía recibos, muestras, apuntes, guardaba botes para saber los lotes de cada producto... una sistematización casi obsesiva de todo lo que consumía con una doble intención: no dar positivo y, si lo daba, como de hecho ocurrió, poder trazar lo mejor posible el camino de vuelta hasta saber dónde estuvo la contaminación.
Swiatek ha sido la número 1 del mundo en el tenis, como lo es actualmente Jannik Sinner, y ambos terminaron dando positivo. Es un buen síntoma en realidad, porque eso quiere decir que los controles funcionan, pero no está de más entender cuál es el proceso, qué papel tiene en el día a día de los tenistas con el dopaje. Y, cuando se les pregunta, como ha hecho Relevo estos días en el Mutua Madrid Open, poco menos que se les oye resoplar. Es un asunto complicado.
"En mi caso es un tema muy importante y aterrador", arrancaba su respuesta Andrey Rublev, que el pasado año venció el torneo aquí en Madrid. El ruso contesta las preguntas con educación y brevedad habitualmente, pero con esta se para a pensar y arranca, va más allá de lo que acostumbra. "La mayoría de jugadores necesitamos escribir dónde vamos a estar una hora, tienes que acordarte cada día porque si no lo haces pueden venir y si no estás ahí tienes una falta, y si tienes tres te sancionan dos años", explica el tenista.
Este proceso es más o menos conocido, cada día puede aparecer un 'vampiro' y si no están, problemas. Es posible que no llegue a suceder nada, pero el susto se pasa. Lo sabe bien el ruso, porque estos días le ha ocurrido. "Ayer me olvidé completamente de decirles dónde estaba y que había llegado a Madrid. Me alegro de que no viniese nadie, pero estuve en el borde, tuve suerte", agrega.

También Ons Jabeur, triple finalista de Grand Slam, convive con dificultad con el hecho de tener que estar disponible a diario. "Da mucho miedo. Solo intento seguir las normas lo mejor que puedo. Estoy traumatizada con el timbre de mi casa, porque pongo disponible a las cinco de la mañana y pueden venir en cualquier momento. Es bueno ponerlo por la mañana, porque sé que estaré en casa. También es frustrante tener que cambiar tus horarios por eso, a veces incluso pierdes un vuelo o tienes que cancelarlo. Tienes que escribirles cada vez que cambias de planes, es un poco difícil", cuenta la tunecina.
"Siento que las reglas son un poco distintas en cada deporte, no es lo mismo el tenis que el baloncesto, me gustaría que pudiésemos cooperar mejor y arreglarlo un poco, porque sé que mantener limpio el deporte es importante, pero sí, definitivamente me preocupa mucho todo lo que tiene que ver con la aplicación [se refiere al sistema ADAMS] e intento cambiarlo todo siempre que puedo", explica la tunecina.
Revisar los prospectos
Esa preocupación dura 365 días cada año, porque aunque sea un proceso rutinario, que de algún modo lo es, cualquier error es una carga que complica mucho la vida de unos deportistas que ya de por sí viven con bastante estrés. Esa es solo una de las caras del antidopaje, y no es el único motivo de preocupación con el que juegan los tenistas en su día a día.
"Creo que todos tenemos miedo, honestamente. Todos. Cada vez que te tomas un suplemento nuevo te tienes que leer todo, tienes que comprobar todo con tus médicos. Da miedo a veces, te pasas el día fuera de casa y muchas veces no sabes lo que comes, porque estás en un bufet. Nunca sabes, es extraño, es difícil, lo haces lo mejor que puedes, lo mejor que puedes controlarlo. Y a veces tienes miedo", apunta por su parte Jasmine Paolini, finalista el año pasado en Roland Garros y Wimbledon.

La número uno del mundo, la bielorrusa Aryna Sabalenka, no solo coincide con su rival, sino que va un paso más allá. "Después de los últimos casos que hemos vivido, creo que me he sobreprotegido un poco más todavía", explica. "Por ejemplo, con esto [señala la botella de agua que la organización brinda a los jugadores en la sala de prensa del torneo]. Si estoy bebiendo de esta botella, la dejo abierta, me voy unos minutos y después vuelvo, abriría 100% una nueva botella, no seguiría bebiendo de la misma. Tengo que tener mucho cuidado. Trato de que nadie ajeno a mi equipo toque nada de mi comida, de mis botellas de agua o de mis suplementos. Es difícil, lo sé, pero es algo que da bastante miedo. Y creo que cuanto más mayor te haces y más tiempo pasas de gira, más todavía".
El español Alejandro Davidovich, reciente semifinalista en Montecarlo, expone otro de los miedos que sobrevuelan el circuito, uno que se ha acuciado desde que se conoció el positivo de Sinner. "Al final tenemos que tener mucho cuidado con a quién tocamos. Porque, por ejemplo, si tienes una crema que a mí me da doping, ¿cómo demuestro yo que no estaba tomando o echándome esa crema?", reflexiona el malagueño.
Rublev, como Sabalenka, cree que con los años la cosa no mejora, sino que el miedo se dispara y empiezan a entender el sistema antidopaje casi como un gran hermano poderoso. "Te asusta tomar cualquier cosa. Yo, por ejemplo, si me siento enfermo no tomo nada, solo por si acaso. Tengo suerte, porque puedo preguntar a mis médicos, lo revisan y me dicen, pero muchos jugadores no tienen esa opción, van a la farmacia, piden para la garganta o para la fiebre, les dan algo, lo toman y quizá ahí viene el positivo y quedan descalificados", remarca la octava raqueta del mundo. Paolini cuenta hasta dónde puede llegar la obsesión con el mismo ejemplo que Sabalenka: "Yo hago lo que puedo, a veces tienes una botella abierta, no sabes si es tuya o no, pues yo prefiero no tomarla porque no lo sé, y es mejor ser precavida para estar a salvo".
Rublev comparte sus dudas con la comida. "A veces piensas que puede haber algo en la comida, dudas sobre todo, porque en sitios hay cosas en la carne que da positivo y descalifican también a jugadores por eso, incluso cuando no es nuestra culpa pagamos por ello. Terminas obsesionándote, puedes volverte loco, pero es lo que es".
El caso de Swiatek, además, no ha hecho más que exacerbar ese miedo que ya estaba presente en el circuito tenístico. "Honestamente, sí. Es como una llamada de atención para todas nosotras. Cuando vi lo que le había pasado a Iga incluso chequeé la melatonina que tomo yo. Da mucho miedo. A veces es lo más difícil que le puedes pedir a los deportistas, cuando se ponen enfermos es que no saben qué tomar. Yo voy a los clásicos, miel, aceite... es difícil saber lo que puedes tomar", explica Jabeur.
La tunecina explica que aunque la teoría suena fácil, luego hay que ponerse a ello: "A veces recorres la lista y miras y dices 'vale, esto puedo tomarlo' pero a veces incluso sustancias que están permitidas te preguntas, ¿de verdad está permitido? No estoy segura al 100%"

Al final se genera una duda sobre el sistema completo, que es demasiado abrasivo como para no quemar, según cuentan los tenistas. La sospecha le llega al malagueño Davidovich, que convive con esto como puede: "Al final creo que están siendo muy, muy exigentes con nosotros por mínimas cosas y después para unos son muy beneficiosos y para otros no son tanto. La política manda".
La rutina de la ducha
"Espero que cambie un poco la balanza, porque no podemos estar así todo el tiempo", resume Rublev sobre el tema. Esa rutina compleja llega también después de los partidos. Esta semana una circular de la ITIA, que regula todo el mundo del dopaje en el tenis, ha recordado a los jugadores que si se quieren duchar antes de un control pueden hacerlo, pero deberán estar siempre bajo la supervisión de un oficial antidopaje. Es decir, esa ducha tendrá dos ojos puestos en ellos.
Esto, desconocido para los aficionados, forma parte también de su rutina, tanto que cuando se le pregunta a Garbiñe Muguruza, gran campeona ya retirada, y que, por lo tanto, ahora ya no tiene que tener miedo a todo eso, lo toma casi con normalidad.
"Es que es algo que ya estaba. Yo he tenido muchas circunstancias de 'oye, duchas, antidoping', y te tienen que vigilar. Tienen que estar pendientes un poco de… bueno, de que estés haciéndolo todo bien", rememora la hispanovenezolana. En realidad, la justificación de todo esto es histórica y tiene sentido. Se han hecho muchas tramas, se ha investigado mucho para hacer el mal, no solo en el tenis, sino en general y eso ha hecho que las autoridades extremen la cautelas hasta puntos que sobrepasan con mucho el derecho a la intimidad.
"He visto un tuit recientemente, que era como un anuncio, pero ha sido siempre así, no sé por qué ha sido tan novedoso. Siempre hay gente mirándote cuando estás dándote una ducha, no sabría decirte cuántas mujeres me han visto duchándome", añade Jabeur.
Garbiñe sabe, por sus muchos años de experiencia, que difícilmente va a cambiar el viento de dirección. Esta es la vida de un tenista y como tal van a tener que manejarse: "Yo creo que lo han clarificado y que mucha gente ha podido descubrir esto ahora, pero vamos, nosotros lo sabemos desde siempre. No ha cambiado nada. Yo no he tenido reacción, ni positiva ni negativa. Simplemente es algo que ya sabía".
Jabeur, una tenista muy respetada en el circuito, termina su reflexión exponiendo algo que es importante tener en cuenta: si las cosas son así es porque el pasado del deporte ha obligado a la máxima vigilancia: "Entiendo las razones que hay detrás, no es algo que me guste, obviamente, pero con honestidad, todos nosotros tenemos que ser muy respetuosos, todo esto empezó porque hubo gente que hizo trampas, si eso no hubiese pasado no tendríamos estas reglas. De alguna manera, te acostumbras".