Novak Djokovic enfila el último capítulo y puede no volver a jugar en Madrid: "Espero que no, pero puede ser"
El tenista serbio reflexionó sobre su nueva realidad marcada por una merma de sus cualidades tenistícas.

La pregunta corta el aire aunque está en la cabeza de todos los presentes ¿Será esta la última vez aquí? Novak Djokovic acaba de perder su partido contra Arnaldi y parece más resignado que molesto. Aunque muchos deportistas mienten sobre su estado físico, buscan bajar las expectativas sobre su juego, cuando el serbio dijo que no llegaba a Madrid con buenas perspectivas no hacía más que dar a conocer la realidad.
La respuesta a esa pregunta, la que todos piensan, es la duda. "Puede ser, puede ser, no estoy seguro de que vaya a volver. No sé qué decir. Volveré seguro, quizá no como un jugador. Espero que no sea la última, pero puede ser". La frase queda en el aire, elevándose sobre todo lo demás.
Como ocurrió con Federer y con Nadal, sus rivales generacionales, también con su gran amigo Murray, la decadencia es evidente y el calendario nunca vuelve atrás. Nole ha logrado, a diferencia de los anteriores, mantenerse más sano y fuerte, en parte por eso ha llegado a cotas ligeramente más altas que sus coetáneos, pero, aunque no haya nada roto, se empieza a ver el cansancio, esos músculos que antes dominaron el circuito ya no son capaces de repetir tantos esfuerzos. Es la decadencia, nadie se escapa.
"Es una nueva realidad para mí, tengo que decir, intentar ganar uno o dos partidos. Es una sensación completamente diferente a la que he tenido durante más de 20 años de profesional, y de algún modo es un reto mental enfrentarme a estas sensaciones en la pista, ya sabes, salir pronto de los torneos regularmente. Supongo que es el círculo de la vida y de la carrera", explica el serbio, que siempre ha sido capaz, como pocos, de poner en palabra todo que le pasaba por la cabeza.
"En algún momento iba a pasar, así que intentaré utilizarlo como una manera de impulsarme para el futuro", remarcó. En su conferencia de prensa, no muy larga, repite en un par de ocasiones que su objetivo es Roland Garros. "No significa que no quiera ganar aquí, por supuesto que quería, pero ya sabes, es en los grand slam donde realmente quiero jugar mi mejor versión. No sé si podré hacerlo en Roland Garros, pero lo intentaré", remarca el tenista.
"Ya te puedes imaginar que en 20 años no he sufrido lo de los últimos cuatro meses, demasiadas salidas rápidas. Pero esto es el deporte, tengo que aceptar las circunstancias e intentar hacerlo lo mejor posible con ellas. Mira, no me puedo sentar aquí y quejarme, no hago eso, pero es un sentimiento diferente que tengo que abrazar", prosiguió su discurso.
Djokovic asegura que es optimista, siempre lo fue, pero su buena predisposición no va a modificar lo que es ahora mismo su realidad. "Las cosas son distintas, mi movimiento, mis golpes, mi cuerpo... es una realidad que tengo que aceptar y moverme alrededor de eso, sobre todo, en los grand slams, donde espero dar lo mejor de mi mismo", remachó.
El hecho de que el ganador de 24 grandes se vea ahora en una versión menor, algo que es evidente para cualquier observador, no hace que él se tome menos a pecho su vida profesional. En él, que es un balcánico competitivo hasta morir, eso no es una opción.
"La presión siempre está ahí, es parte del deporte, nunca se va a marchar. Solo es un tipo distinto de presión, pero cuando entro en la pista siento los nervios, el estrés, todo eso que supongo que todos los tenistas viven. Todavía me gusta competir, aunque se ha hecho más difícil para mí, para ser honestos", relata el jugador.
INCREÍBLE
Tenis en Movistar Plus+ (@MovistarTenis) April 26, 2025
Djokovic se lleva la mano a la oreja tras este 𝒑𝒖𝒏𝒕𝒂𝒛𝒐. #LaPistaDelTenis pic.twitter.com/Pquk1AM8oj
¿Queda mucho Djokovic? Quizá ya no tanto, él mismo es consciente de que ha reducido sus presencias, ahora solo piensa ya en sus obsesiones, que están en Melbourne, París, Nueva York o Londres. Todo lo demás es accesorio, no le preocupa el ránking pero sí seguir teniendo el fuego interior. Dice que en Madrid se ha divertido más que en Montecarlo, aunque el resultado haya sido el mismo.
Está aprendiendo a convivir con ese nuevo yo, que no es fácil, aunque también ha demostrado en el pasado que no es de esos seres humanos que se encogen ante las obsesiones. Más bien al contrario, como demostró en los Juegos Olímpicos, con él parece haber siempre una bala más en la recámara.