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La reflexión de Djokovic sobre Alcaraz que le alerta de los males del futuro: "Para mí fue complicado mantener su filosofía"

El tenista serbio analiza al jugador español en el podcast oficial del torneo de Madrid.

Alcaraz y Djokovic se encuentran en Montecarlo. /REUTERS
Alcaraz y Djokovic se encuentran en Montecarlo. REUTERS
Gonzalo Cabeza

Gonzalo Cabeza

El número de seres humanos que se puede poner en la piel de Alcaraz es escasísimo. Una, dos, como mucho tres personas. Gente que tiene un talento generacional que le va a permitir ser célebre, ganar una cantidad de dinero ingente, que le va a llevar a ser conocido en todos los lugares del mundo. Personas que gracias a esa capacidad de ser mejores que el resto en una cosa concreta, como es jugar muy bien al tenis, no van a cambiar solo su vida, sino también la de decenas de personas que se suelen nombrar con la palabra entorno.

Carlos Alcaraz, con 21 años, está aprendiendo a ser esa persona, porque por más que parezca cómodo en el papel que le ha tocado jugar, no deja de ser un chico muy joven y que todavía está conociendo todas las fronteras a las que le puede llevar su talento. Esa escalera a la leyenda, esa que muy pocos recorren, tiene en su peldaño más alto a Novak Djokovic, el gran campeón. Él conoce el camino porque lo ha recorrido, y por eso es de los pocos capaces hoy en día de explicarle a Alcaraz algunos baches que se encontrará en su vida futura.

Djokovic, a diferencia de Roberto Bautista, empatiza bien con el Alcaraz que se ve en el documental de Netflix y no sospecha de esa alegría ni de esas ganas de divertirse. Para él esa actitud no es incorrecta, aunque también le advierte que no siempre será tan fácil mantenerse con ese ánimo. Lo explica en Iguales, el podcast oficial del torneo de Madrid en el que ha concedido una entrevista que, como suele ocurrir con el serbio, merece la pena escuchar.

"Creo que es una gran filosofía si es capaz de mantenerla. Los diferentes momentos de tu vida y de tu carrera te traen distintos retos. Él es muy joven, pero tiene una muy buena base, tiene buenas raíces, valores familiares, entorno, buen carácter, dice hola, es muy simpático, educado, respetuoso y por supuesto es un gran deportista. Tiene el paquete completo, y parece como si se hubiese pasado diez años en el circuito, pero solo lleva dos o tres", explica el 24 veces campeón de grand slam.

A Djokovic le pasa con Alcaraz lo que le ocurre también a la mayor parte del vestuario tenístico: se alegra por sus victorias. Lo hace porque encuentra en él a un chico amable, simpático, que pone las cosas fáciles a sus compañeros, algo que en un mundo en el que el individualismo es prácticamente una obligación, suma bastante.

El serbio avisa, eso sí, de que no es sencillo mantenerse una carrera entera en esa vía. Incluso en algo tan glamuroso y especial como es el circuito mundial del tenis se puede caer en el tedio de la rutina.

"Queda mucho tiempo para él y se encontrará muchos retos, no solo en la pista sino fuera por el hecho de manejarse con la misma gente, los mismos torneos, una y otra y otra vez año tras año", se explaya el serbio en su alocución. "Eso es parte del trabajo, pero, como he dicho, él parece tener la conciencia de lo que es realmente importante y creo que tiene ya una gran preparación de lo que le viene por delante", añade.

Djokovic se ve lógicamente reflejado en esa voluntad por la alegría, pero sabe en el fondo que esa pintura esconde una competitividad feroz. Porque están aquí siempre para ganar y porque, en el tenis, es imposible no llegar si no se desea con todas las fuerzas.

"Si es capaz de mantener esa filosofía, será increíble, para mí fue complicado, yo también era un poco así, de no me importa si gano o pierdo, esa era mi meta, pero después quería ganar y ser competitivo. Disfruté mucho con todo lo de alrededor mucho más que los últimos años, que ha sido más difícil. Realmente depende en la persona", remarca el tenista, que no lo dice así, pero la octava o novena vez en Cincinnati, por bien que te traten allí, pierde un poco el encanto de las primeras veces.

Como de Madrid se trata, el torneo le preguntó por el primero duelo que ambos tuvieron como profesionales, que fue en la pista Manolo Santana, en la semifinal de 2003. Un partido fiero, a tres sets, uno de los primeros golpes en la mesa de Carlos Alcaraz que, por pura biología, no estaba más que empezando en esto

"Le había visto antes de ese partido, pero ahí fue cuando lo vi en directo, lo experimenté, ganó 7-6 en el tercer set de un partido muy apretado e intenso, con la afición de Madrid detrás de él, un ambiente eléctrico, y fue realmente increíble ver cómo manejó la presión y cómo continúa haciéndolo en los últimos años, como en las finales de Wimbledon", dice Djokovic tirando de memoria.

En aquel partido, con todos los puntos para sentirse presionado (en casa, siendo un adolescente, contra un coloso) Alcaraz soltó los brazos y sometió a su rival. Y Djokovic, que de esto sabe más que nadie, entiende que eso es también parte de la personalidad de Alcaraz. Para demostrarlo, recuerda las dos finales de Wimbledon en la que el español le venció.

"El año pasado me destrozó, pero hace dos el partido estaba igualado, yo tenía algo de ventaja, e igualmente mantuvo sus nervios. Esa madurez, más allá de todo lo demás que tiene, habla de su carácter y es impresionante, la manera que se concentra en el momento, cómo es capaz de jugar su mejor tenis cuando lo necesita. Eso son cosas de campeón y por eso no es una sorpresa que haya ganado cuatro grand slams ya. Y ese es solo el principio, lo que es aterrador [ríe]", explica el tremendo tenista serbio.

Djokovic se fía de Alcaraz y no parece una apuesta difícil. Está observando con curiosidad a un joven que es un fenómeno. Él pasó por ahí y fue dando uno tras otro los pasos correctos, sin eso no se entiende el historial. Alcaraz puede hacerlo, o al menos así lo cree la leyenda.