El "milagro" de ganar el Mutua con la garganta llena de pus: "Los médicos le dijeron que no jugara la final y acabó ingresado 48 horas"
El tenista ruso conquistó hace un año el torneo en la Caja Mágica desoyendo el consejo de los doctores. Cuando fue a urgencias al día siguiente, le ingresaron.

Los médicos de urgencias no daban crédito. Era un lunes, concretamente el 6 de mayo de 2024, cuando un paciente ruso acudió por un fuerte dolor en la garganta que le venía atormentando casi una semana. Llevaba tres o cuatro días prácticamente sin dormir, pero había regateado las urgencias porque era tenista, uno de los mejores del mundo, y estaba camino de levantar el título en el Mutua Madrid Open. El enfermo era Andrey Rublev.
Al día siguiente de la final, cuando el deportista entró en la consulta y abrió la boca, el doctor que se asomó a la garganta no entendía nada. "¿Este señor ganó ayer el Mutua Madrid Open, uno de los torneos más importantes del mundo, en semejante estado?", debió pensar el galeno. "¡Pero cómo es posible!".
Lo que vio fue una infección de pus, pero no una cualquiera. Rublev tenía las amígdalas muy inflamadas y el agujero por el que tenía que entrar el aire hacia los pulmones era minúsculo. El diagnóstico era un absceso en las amígdalas: en vez de irse al aeropuerto para coger un vuelo hacia Roma para disputar el siguiente Masters 1000, el tenista se quedó ingresado en el hospital. Necesitaba amoxicilina en vena y paciencia.
Cualquiera que haya tenido placas de pus en la garganta sabe lo duro que es. Te dejan KO, con fiebre y con el cuerpo temblando, como si te hubiera atropellado un convoy de camiones. Solo después de unas pocas dosis de antibiótico empiezas a remontar. En ese estado, en el que cualquier mortal está metido en una cama con escalofríos, Rublev conquistó el Mutua Madrid Open, donde tumbó además en cuartos de final a Carlos Alcaraz.

"Fue una locura porque un día me desperté y mi garganta había doblado su tamaño, estaba mucho más grande de lo habitual. Me dolía muchísimo y era muy difícil tragar y respirar, porque el espacio del orificio era muy pequeño", dijo pocos días después en TennisTV. "No te puedes imaginar lo horrible que era el olor de mi aliento", añadió el ruso, entrenado por los españoles Fernando Vicente y Beto Martín.
Feliciano: «Le dijeron que no jugara, pero se empeñó y ganó»
En las oficinas del torneo eran muy conscientes de que Rublev estaba bastante enfermo y, de hecho, el CEO del Mutua Madrid Open, Gerard Tsobanian, fue a visitarle durante su ingreso hospitalario. "Yo estaba fuera, porque me tuve que ir al día siguiente de acabar la final. Como no podía ir, llamé a Gerard y le pedí que fuera a ver a Andrey. Era un detalle que teníamos que tener", cuenta a Relevo el director del torneo, Feliciano López.
"Nunca me había enfrentado a algo así en mi vida, nunca me había sentido tan mal. No podía comer ni respirar. Y pude jugar"
"La verdad es que lo que pasó el año pasado con Rublev en Madrid es un milagro, o una gesta, porque el valor que tuvo de jugar prácticamente todo el torneo enfermo, pero enfermo de verdad... Y ya el punto más loco fue la final", añade Feli. "Estaban los médicos, que le dijeron que no jugara, pero el tío se empeñó en jugar y ganó. Y por precaución le mantuvieron ingresado, creo que fueron al final cerca de 48 horas. Ahí te das cuenta también de que por más bonito y glamuroso que parezca el deporte, hay mucho esfuerzo detrás. Andrey le echó mucho, mucho valor. Yo creo que, se lo tendrás que preguntar a él, pero será seguro la victoria más importante de su carrera por cómo se dieron las cosas".
Algo así le preguntan a Rublev en una entrevista publicada por la web del Mutua Madrid Open antes de la edición 2025 que arranca esta semana. Y el ruso no lo duda: "Sí, sigue siendo el título del que más orgulloso me siento por las circunstancias. Nunca me había enfrentado a algo así en mi vida, nunca me había sentido tan mal. No podía comer ni respirar. Y pude jugar. Me siento orgulloso porque al final no importa cómo te sientas, que todo está en la cabeza", dice el número ocho del ranking mundial y defensor del título en la Caja Mágica.
"Supongo que cuando estás enfermo desaparecen todas las expectativas por completo. Pensé: 'vale, una semana más que no me va a ir bien'. Así que en cierto modo me sentí sin opresión y de alguna forma ese alivio me ayudó a rendir. Y luego, cuando me encontraba cada vez peor en el torneo, seguí luchando. Tuve suerte de que en Madrid había muy buenos médicos y antes de cada partido me ponían inyecciones con analgésicos. De no haber sido por los médicos, no habría tenido la oportunidad de jugar".