MUTUA MADRID OPEN

Sí, pero no: las dos imágenes que ejemplifican la muy 'nadaliana' recta final de Rafa Nadal

Tras caer ante Jiri Lehecka, el tenista manacorí se despidió para siempre del Mutua Madrid Open.

Rafa Nadal, tras caer ante Jiri Lehecka. /REUTERS
Rafa Nadal, tras caer ante Jiri Lehecka. REUTERS
Sebastián Fest

Sebastián Fest

Hay que saber despedirse, es más difícil de lo que se imagina. Pregúntenle a Pete Sampras, uno de los más grandes de la historia, que tuvo en sus manos un adiós pletórico, de película, y terminó retirándose con un comunicado de prensa.

Hay que saber despedirse, sí. Pregúntenle a Roger Federer, que en su último partido oficial, julio de 2021, tiene una derrota con set final de 6-0. Una humillación en Wimbledon que fue compensada con el mejor show de despedida que se le recuerde a un tenista, la Copa Laver de 2021 en Londres, aquella de la inolvidable foto de la británica Ella Ling: el suizo tomado de la mano de Rafael Nadal, ambos rostros bañados en lágrimas.

Lo de Federer llegó 19 años después que lo de Sampras, que en septiembre de 2002 derrotó a Andre Agassi en una notable final del US Open. Sampras pudo haber dicho "esto es todo, amigos", para que la pista central de Nueva York cayera a sus pies. Pudo ser la fiesta de su vida. Pero Sampras, un taciturno de pocas palabras, creía que había aún tenis en su carrete. Meses después descubrió que no, y en el US Open 2003 se le organizó una ceremonia de despedida. Era un fiestón y fue solo fiestita.

Foto de Ella Ling.
Foto de Ella Ling.

¿Es 2024 el momento del adiós de Nadal? El mallorquín dice que sí, pero como tantas veces en más de dos décadas de carrera, lo suyo es un sí, pero no. Alcanza con poner el foco en algo que dijo en la madrugada de este miércoles 1 de mayo en el Masters 1000 de Madrid.

"Me despido de Madrid mucho más feliz de cómo llegué, pero si no tengo la confianza de mi cuerpo es imposible que esto funcione. Si mi cuerpo me apoya no sé lo que puede pasar... Hoy en día es difícil imaginar grandes cosas, pero sigo diciendo que en el deporte todo puede cambiar muy rápidamente".

Si mi cuerpo me apoya no sé lo que puede pasar. En el deporte todo puede cambiar muy rápidamente. Dos nuevas frases para una línea argumental que viene siendo sostenida por el 14 veces campeón de Roland Garros desde aquel 18 de mayo de 2023 en el que heló la sangre al mundo del tenis, anunciando que se retiraba temporalmente para regresar y despedirse en 2024.

Ya en ese mismo momentos comenzó a relativizar esa afirmación. "Mi intención es que sea el último año, nunca sabes lo que puede pasar", dijo, antes de añadir: "¿Posible? Todo es posible en esta vida. ¿Improbable? También es improbable".

Cuatro meses después, en la explosiva entrevista con Ana Pastor en La Sexta, Nadal fue más lejos aún: "¿Si de repente el cuerpo se recupera después de un parón largo como el que he tenido y me siento con fuerza y energía para continuar?".

Lo dice su tío, Toni Nadal, y lo dice uno de sus mejores amigos, Juan Mónaco: si Nadal encontrara la manera de seguir más allá de este año, seguiría. "Si mi cuerpo me apoya...". ¿En Roma? ¿En Roland Garros? ¿En 2024? ¿O también en 2025?

Podría pensarse que Nadal peca de poco realista, podría pensarse que no quiere entender lo que está sucediendo. Error: pensar así implica no haber entendido nunca a Nadal. No saber de qué está hecho, no saber para qué fue hecho. Nadal es una de esas personas que tienden a ignorar el significado de la palabra "no". Lejos de ser obstáculo, el "no" es para él motivación.

Es por eso que no es una exageración plantear que Nadal desarrolló una adicción: la de regresar con éxito al tenis cada vez que su cuerpo le dijo "basta". Cada vez que le dijo "no".

Lo hizo muchas, demasiadas veces. Todas las veces. Esa es una competición en la que no ha fallado, siempre se impuso. ¿Por qué habría de creer que esta vez fallará, por qué aceptaría que el final es cien por ciento inevitable?

Hay que ver las dos primeras imágenes que la experimentada fotógrafa francesa Corinne Dubreuil ofreció en su feed de Instagram tras la inolvidable noche del martes en la Caja Mágica.

En la segunda se ve a un Nadal que, saltando en el túnel de ingreso al estadio, es la viva imagen de su padre Sebastián. Un Nadal de rostro en tensión y que parece mucho mayor de los 37 años y once meses que tiene hoy. Un Nadal listo para la retirada.

Foto de Corinne Dubreuil.
Foto de Corinne Dubreuil.

En la primera foto aparece otro Nadal, sonriente, mordiéndose los labios y con los ojos brillando con picardía. El aura de juventud propia de aquel que insiste en creer que tiene aún un par de cartas para sorprender y cambiar la jugada.

Foto de Corinne Dubreuil.
Foto de Corinne Dubreuil.

Ni como Sampras, ni como Federer: la recta final de Nadal es abrumadoramente nadaliana.