Swiatek redime al Madrid Open con una sensacional victoria contra Sabalenka
La polaca impuso su paciencia y alargó hasta el tercer set un partido memorable entre las dos mejores jugadoras del mundo.

Swiatek es la número 1 del mundo y eso a veces no significa que sea la mejor, pero en este caso concreto sí coincide. Algunas son más exuberantes, como la propia Sabalenka, su rival en la final, pero ninguna es tan equilibrada, tan tranquila, tan segura de que no importa el tiempo que necesite, terminará ganando. La polaca ganó por primera vez en Madrid, donde perdió el año pasado contra Sabalenka. En este caso se impuso por 7-5, 4-6 y 7-6.
Es normal que estas dos tenistas pasen rondas y rondas y se encuentren en finales. Todos los problemas que ha tenido el cuadro masculino, lleno de retiradas, lesiones y tropiezos, en el femenino se ha dado un recorrido canónico, con las dos mejores jugadoras cumpliendo pronósticos, plantándose en la final y, en este caso, ganando la primera cabeza de serie. Swiatek, al fin y al cabo, no solo es la mejor jugadora del circuito, como gritan sus cien semanas como número uno, también es, sin duda, la mejor sobre la tierra batida.
Su rival, Sabalenka, disfruta de Madrid, porque aunque lo suyo no sea la tierra, donde es buena pero no excelente, hay algo en la ciudad que a ella le conviene. Es la altura, ese elemento del que un ciudadano normal ni se da cuenta, pero para el tenis tiene su enjundia. La pelota vuela más, bota más alto, es más traviesa. El aire es menos denso, la fricción menor y lo que normalmente es una esponja se convierte en una bala. Y esa derecha tremenda lo goza. Eso hizo que las fuerzas se igualasen y mirase cara a cara a Iga, tuvo todas las opciones para ganar el partido, pero no lo consiguió.
Swiatek es más calmada, algo que siempre sube cuando el suelo pisa la arena. Los puntos tienden a alargarse, y cada golpe que se juega está más cerca de convertir el punto en rutina y terminar ganando. Si venció al final fue por la paciencia, que es una cualidad que expresa en cada punto, en cada partido y en su vida en general. En un circuito que a veces ha sido inestable, Swiatek es lo más parecido a una certeza.
Para ganar necesitó llegar hasta el final, hasta un tie-break en el tercer parcial, con las dos juntas en casi tres horas de tenis de altísima calidad. Una manera de redimir el torneo, con dos jugadoras campeonas de grand slam, las dominadoras del circuito. Hubo muchos aciertos y unos pocos fallos, la mayor parte de ellos provocados por un ritmo alto, pues, como buena final, aquí había competitividad al máximo y buen juego.
En la pista Manolo Santana se vio un partidazo con dos jugadoras distintas pero especiales. Swiatek es el equilibrio, lo es también en la temporada general, fría, un palmo más baja que Sabalenka, constante en todos sus golpes. A veces, eso sí, se puede ver superada cuando su rival encuentra las líneas y pega con el furor de la bielorrusa. Los mejores ratos de Aryna son fulgurantes, pura potencia, con capacidad para dar tres o cuatro pasos, meterse en el medio de la pista y mover de lado a lado a su rival. Y la polaca es consciente de que necesita bajar las pulsaciones del partido, apaciguar el ritmo para terminar ganando.
Swiatek había ganado esta temporada 26 veces el primer set del partido y en 25 de ellas se había llevado el encuentro. Es lo normal, es cierto, pero también es una marca de paz, de su capacidad para agarrarse a la pista y no dramatizar de más. Cerca estuvo de emborronar un poco su estadística y perder este partido pero, como dicen los antiguos, se agarró a la pista y sobrevivió.