La lección de Rafael Nadal para derribar el mito de 'El rey de la tierra': "Desde niño fui educado para ser mejor, mejor y mejor"
El español pone en valor sus resultados fuera de la tierra batida. "Yo jugué cinco finales de Wimbledon seguidas".

No ha existido, y posiblemente no existirá, un tenista que domine tanto una superficie como ha hecho Rafael Nadal con la tierra batida. Los 14 títulos de Roland Garros suponen únicamente la punta del iceberg de esa superioridad tan insultante que ejerció durante casi dos décadas: detrás hay otros 49 títulos, un 90,2 por ciento de victorias y algunos récords imposibles, como aquella vez que encadenó 81 triunfos consecutivos.
Con semejantes datos en la mano es normal, claro, que le llamaran "el rey de la tierra". Sin embargo, esa etiqueta ha hecho que muchas veces la gente no haya valorado lo buen tenista que ha sido Nadal en pista dura y en hierba. Durante la interesante entrevista con Andy Roddick en el podcast Served, que dirige y presenta el último número uno americano, Nadal analiza justamente sobre su tenis lejos de la tierra batida y saca pecho por sus resultados en hierba.
Roddick, con el traje de entrevistador, es el encargado de sacar el tema. "Mis dos estadísticas favoritas tuyas son: que antes de que vosotros tres llegarais (se refiere también a Roger Federer y Novak Djokovic), el récord de Grand Slam estaba en 14, de Pete Sampras, y tú le empataste en un solo torneo. Has arruinado completamente el debate para los tenistas mortales. Y la segunda, que has ganado ocho Grand Slam fuera de la tierra batida. Para dar contexto y que la gente valore, ocho son los grandes que tienen en todas las superficies tenistas como Andre Agassi, Jimmy Connors o Ivan Lendl, y son más que Boris Becker y Stefan Edberg".
"Mi juego se adaptaba muy bien a la hierba. En Wimbledon jugué la final de 2006, otra vez en 2007, gané en 2008, en 2009 no pude jugar, gané en 2010 y llegué a la final en 2011"
Nadal recoge el testigo y empieza a explicar su evolución. "Creo que la curva de aprendizaje que he tenido se debe que he tenido la determinación y la gente adecuada a mi lado. Yo vengo de una familia de deportistas, mi tío jugó tres Mundiales de fútbol con España, y mi tío Toni, que ha sido mi entrenador mucho tiempo, era un fanático de del tenis y buen jugador a su nivel. Desde que era un niño, fui educado para ser mejor, mejor y mejor. Tenía la determinación para mejorar".
"Todos mis entrenamientos estaban dedicados a mejorar. Yo no entraba a un solo entrenamiento sin la motivación para mejorar. Esa es la verdad. A mí, entrenar por entrenar no me motiva. Me parece aburrido. Lo que me motiva y me a esa motivación extra es entrar en la pista para mejorar", añade el exnúmero uno.
Nadal regresa entonces a finales de 2004 y principios de 2005, a su explosión, a aquella victoria en la final de la Copa Davis 2004, precisamente ante Roddick en Sevilla, y a los meses siguientes, en los que no paró de ganar hasta colocarse segundo del ranking mundial.
"La de la final de la Davis es una de las victorias más importantes de mi vida. Pero ahí yo sabía que tenía mucho que mejorar. El año siguiente, que llegué al número dos, y gané 11 torneos -el año que más títulos he ganado-, gané mi primer Masters 1000 en dura, en Montreal ante Agassi, y luego gané en Madrid, bajo techo en una final contra Ljubicic de cinco sets", continúa Nadal. "Pero de alguna manera, como yo empecé a ganar mucho en tierra batida, la gente empezó a pensar que yo era un jugador de tierra batida. Pero la verdad es que, aunque es cierto que mi juego se adapta con naturalidad a la tierra, me encanta jugar en pistas rápidas".
Nadal y su amor por el césped
Campeón de 29 títulos entre hierba y dura, el balear se centra después en la hierba, a la que define como su segunda superficie favorita. "La verdad es esa. Yo jugué la final de Wimbledon en 2006, no necesité cinco años para empezar a jugar bien en hierba. En 2005 es cierto que perdí en segunda ronda ante Gilles Muller, pero en 2003 gané a Mario Ancic en la primera ronda", dice ante la incredulidad de Roddick, que derrotó precisamente a Ancic en las semis de 2004.

"Mi juego se adaptaba muy bien a la hierba. En Wimbledon jugué la final de 2006, otra vez en 2007, gané en 2008, en 2009 no pude jugar, gané en 2010 y llegué a la final en 2011. Así que jugué, sin contar 2009, cinco finales consecutivas en Wimbledon", añade Nadal mientras Roddick resopla. No dice ninguna mentira Nadal: perdió las finales de 2006 y 2007 ante Federer, al que tumbó en aquella mágica tarde 2008, después venció a Berdych por el título en 2010 y en 2011 solo cedió ante Djokovic en la final
"Después no pude jugar muchos años bien en hierba. No es que me hubiera olvidado de jugar bien, simplemente es que mis rodillas no aguantaban bien. Para jugar en hierba yo necesitaba sentir el control de mis rodillas y las tenía mal. En 2012, 2013, 2014, 2015, 2016, mis rodillas no estaban bien para jugar en hierba. Después me recuperé y empecé a jugar bien otra vez", comenta Nadal, que alcanzó las semifinales de Wimbledon en 2018, 2019 y 2022.
"En esos años, que fueron muy importantes para mi carrera, mis rodillas no me dejaron jugar en hierba. Es la verdad y fue doloroso, porque yo sabía que mis oportunidades eran mayores en hierba que en dura. Yo prefería jugar ante Novak en hierba que en dura".