ROLAND GARROS

Lo que no se vio del adiós de Nadal a Roland Garros: "Pensaba que Rafa no iba a hablar"

Un "papá, papá", las palabras del tío Toni, la tristeza del speaker, unas cajas de cartón y un parchís... La intrahistoria de una derrota agridulce: "A cualquier otro del cuadro le ganaba".

Lo que no se vio del adiós de Nadal a Roland Garros: «Pensaba que Rafa no iba a hablar»
Nacho Encabo

Nacho Encabo

París.- "Papá, papá", en brazos de su abuelo Sebastià, el pequeño Rafael Nadal busca a su padre. No es una tarea sencilla porque hay una marabunta de gente corriendo por los pasillos de la zona de jugadores de Roland Garros. Papá ya está camino de la furgoneta y la sensación es extraña: siempre que Rafael Nadal hace las maletas en París, esa luminosa galería por la que entran y salen los tenistas del recinto está vacía.

Nadal ha sido siempre el último que se va de Roland Garros, cuando ya no queda nadie, cuando de los 128 jugadores inscritos sólo queda él con su copa. Esta vez todo es diferente. Se va un lunes, tras perder en la primera ronda. Una hora y media después del 6-3, 7-6 y 6-3 ante Alexander Zverev y tras pasar por los micrófonos, Nadal sale del vestuario con una bolsa de deporte blanca al hombre y se marcha fugaz. Detrás aparece todo el séquito, la mayoría con cara de pocos amigos.

Sale Marc López, uno de sus entrenadores, con unas cajas de cartón y la tabla de parchís con la que pasan horas y horas. Sale Carlos Costa, su agente, con el raquetero. Sale Benito Pérez de Barbadillo, su jefe de prensa, con las zapatillas y una bolsa de ropa. Sale también su mujer, Xisca, con los ojos todavía vidriosos tras llorar en la pista, su hermana Maribel y su madre, Ana María. Sale Gustavo Marcaccio, otro de sus entrenadores, quitándose un micrófono de la solapa y entregándoselo a un cámara. Sale Jordi Robert Tuts, su hombre de Nike, y charla un rato con Carlos Alcaraz y el futbolista Rodrigo Hernández, espectadores de lujo del que ha podido ser el último encuentro de Nadal en París. Y al final, corriendo, sale Carlos Moyà. Son las 20:00 del primer lunes en París y ya no queda nadie del equipo Nadal en las instalaciones. Ya ha dejado de llover, pero el día es triste.

El equipo de Nadal escucha las declaraciones del jugador tras su derrota en Roland Garros.  Getty
El equipo de Nadal escucha las declaraciones del jugador tras su derrota en Roland Garros. Getty

"A cualquier otro del cuadro le ganaba", lamentan en su equipo la mala suerte del sorteo, que colocó a Nadal frente a un Zverev que es uno de los dos o tres jugadores más en forma de la actualidad. "Le han faltado uno o dos partidos antes de preparación para llegar con la confianza de poder hacer algo grande, para afrontar bien los momentos de tensión", dice en la puerta del restaurante de jugadores Toni Nadal en un más que correcto francés.

A unos pocos pasos, David Ferrer, delgado y fino, concuerda con el tío del exnúmero uno. "Sin quitar mérito a Zverev, ha sido por falta de competición. Zverev hoy tuvo que jugar a un nivel muy alto y Rafa, al no ser cabeza de serie, pues tuvo mala suerte. Le han faltado esos automatismos en los momentos importantes, y eso te lo da la competición", dice a Relevo el actual capitán de la Copa Davis y finalista en la tierra de París en 2013. Ferrer ha vivido el partido en el palco de Nadal, una zona que estaba totalmente abarrotada de amigos y familiares. "Es normal porque no sabes cómo estará, si será la última vez o no... Era importante estar cerca de él. Yo no recuerdo ver la pista así, Nadal es un jugador con un carisma especial".

También está por los pasillos Marc Maury, el famoso speaker de Roland Garros, el hombre que se ha hecho viral en todo el mundo con sus presentaciones de Nadal. Ya saben, esa de deux mille cinq, deux mille six, deux mille sept, deux mille huit, deux mille dix, deux mille onze…

"Yo pensaba que no quería hablar, pero le he puesto el micrófono y ha accedido", dice Maury a Relevo sobre la entrevista a pie de pista que le ha hecho a Nadal. El tenista había pedido a la organización que no le hicieran un homenaje, pero sí accedió a hablar sobre la tierra batida, un honor reservado sólo para los ganadores de los partidos. "Pero esto es París y él es Nadal, puede hacer casi lo que quiera que estará bien. Le he visto muy emocionado. Ojalá vuelva el año que viene", añade Maury.