Alcaraz derriba a Sinner en un partido imposible y avanza a su primera final de Roland Garros
El español vence 2-6, 6-3, 3-6, 6-4 y 6-3 en una auténtica montaña rusa y el domingo luchará contra Zverev por su primera Copa de los Mosqueteros.

París.- Huele a cambio de guardia en Roland Garros. Con Rafael Nadal derrotado en primera ronda -y despedido como si ya no fuera a volver- y con Novak Djokovic recién operado de la rodilla, Carlos Alcaraz y Jannik Sinner se baten en la Philippe Chatrier. Desde el US Open 2008, con Nadal y Murray, el tenis no veía a dos tenistas tan jóvenes en la semifinal de un grande. Suyo es el futuro y suyo es el presente, por mucho que este viernes los dos se empeñan en decir lo contrario.
Porque el esperadísimo Sinner-Alcaraz no cumple las expectativas y defrauda. No hay quien sea capaz de explicar lo que ocurre. Es un festival de errores y de calambres. Una montaña rusa. Gana tú que a mí me da la risa. El que se contiene la risa y gana es Alcaraz, que se impone por 2-6, 6-3, 3-6, 6-4 y 6-3 (cuatro horas y ocho minutos) en la semifinal más extraña que se recuerda en París. Sólo se salva el quinto set. Quizás algún día un ejercicio de la EBAU en Murcia sea analizar lo que ha ocurrido este viernes 7 de junio.
Ahora mismo sólo se puede entender desde los nervios y la tensión de estar a las puertas de la final de Roland Garros. Contará en las estadísticas del futuro y se recordará por la ronda y el resultado, pero este Alcaraz-Sinner acabará siendo seguro uno de los peores partidos de su rivalidad. Los de este viernes no eran los mejores del mundo jugando de tú a tú.
Another great battle @janniksin, one of many more to come! 🤝🏻 Congratulations for the No. 1 and for your tournament! 💪🏻 pic.twitter.com/DCn8cjrOq1
Carlos Alcaraz (@carlosalcaraz) June 7, 2024
Pero por mucho que nadie entienda nada, el premio es el mismo sea cual sea el espectáculo: un billete a la gran final de domingo. Y el que estará ahí será Alcaraz. Su rival será Alexander Zverev, que venció a Casper Ruud por 2-6, 6-2, 6-4 y 6-2.
A sus 21 años recién cumplidos, Alcaraz es el más joven en alcanzar tres finales de Grand Slam en tres superficies diferentes. De momento, sólo seis jugadores han ganado títulos grandes en tres suelos: Jimmy Connors, Mats Wilander, Andre Agassi, Rafael Nadal, Roger Federer y Novak Djokovic.
Los más jóvenes en finales de Grand Slam en tres superficies
- Carlos Alcaraz (21 años y 1 mes)
- Andre Agassi (22 años y 1 mes)
- Björn Borg (22 años y 2 meses)
- Rafael Nadal (22 años y 6 meses)
- Jim Courier (22 años y 10 meses)
- Mats Wilander (23 años y 9 días)
Alcaraz empieza en los vestuarios
Alcaraz tarda más de 20 minutos en aterrizar en la Philippe Chatrier y lo paga carísimo. Está nervioso, con el brazo agarrotado y con una tensión descomunal: se le quedan las pelotas cortas, pega cañas, no manda con la derecha. Y al otro lado de la red, todo lo contrario: un Sinner encendido desde que sale del túnel de vestuarios, valiente, encima de la pista y sin bajar la guardia ni un segundo.
El resultado de todo eso es que Sinner se coloca 4-0 en 18 minutos ante la estupefacción de todos. ¿Qué le pasa a Alcaraz? Algo parecido al año pasado: la tensión. Si esos nervios se tradujeron en calambres ante Djokovic en 2023, esta vez hacen que su brazo derecho se encoja.
Cuando se ve 4-0 abajo, tiene una tímida reacción y comienza a cambiar de estrategia. A Sinner no le vas a ganar dando palos, sino variando las alturas, con un cortado y una derecha con top spin, sacándole de la línea de fondo, moviéndole… Carlitos pasa del 4-0 al 4-2 y saca el puño. Sonríe por fin y pide calma su banquillo. Tranquilos que ya he llegado, parece decirle a su equipo.
Pero ya es tarde para el primer set, que lo abrocha Sinner por 6-2 y encima rompe en el inicio del segundo. Alcaraz está contra las cuerdas. "Esto es muy largo, pero hay que buscarlo", le dice Juan Carlos Ferrero. Y Sinner empieza a fallar. Entrega su servicio y empieza a desinflarse. Desaprovecha la oportunidad de darle una estocada y al instante le abre la puerta al murciano. Carlitos entra como un toro: embistiendo.
El partido, raro como pocos -un festival de errores, lejos del nivel que se esperaba- cambia por completo. Ahora es Sinner el que sufre y el que falla. Y Alcaraz el que domina. "Hay que creer, hay que creer, hay que seguir con el buen trabajo", insiste Ferrero. "Que pasen cosas".

Y pasan, pasan. Claro que pasan cosas. Como que Sinner empieza a tensarse más de la cuenta. Le tiembla el brazo. Lo estira. Pide el fisio. Y anda como si le costara un mundo. Cuando pone la bola en juego le cuesta un mundo moverse y a la mínima se juega un winner.
Pero como el partido es totalmente indescifrable -algún astrofísico será capaz de explicarlo-, Sinner revive y pasa de ir 2-0 en el tercer set a un 5-2. El fisio vuelve y esta vez le masajea los muslos. Gana el tercer set después de verse mediomuerto.
La cordura parece que regresa a la pista en el cuarto set. Parece, porque siguen pasando cosas raras. Como que Carlitos pasa de sacar primeros a 210 km/h a 160 km/h. ¿Le duele el brazo? Quién sabe, porque cinco minutos después vuelve a pegar raquetazos a más de 200.
"¡Por mis huevos!", grita Alcaraz cuando rompe en el juego decisivo para llevarse el parcial por 6-4 y mandar el partido al quinto. Y ahí sí, por fin, aparece del murciano: liberado de la tensión y los nervios, saca la derecha a pasear, el brazo vuela, la mente fluye. Rompe el saque de Sinner y acelera hacia el triunfo, hacia la final de Roland Garros.