ROLAND GARROS

Dentro de la fiesta de Alcaraz: cervezas en el vestuario, los nervios de Gasol y un "¡A reventarla esta noche!"

El español celebra con su familia y amigos su primer título en París. "Nunca he estado tan nervioso en una final aquí, y mira que he vivido muchas", dice Pau Gasol a Relevo.

Carlos Alcaraz celebra su triunfo con los recogepelotas del torneo. /FFT
Carlos Alcaraz celebra su triunfo con los recogepelotas del torneo. FFT
Nacho Encabo

Nacho Encabo

París.- El reloj marca las 21:22 horas en París, han pasado casi dos horas desde que Carlos Alcaraz se rebozara de tierra en la Philippe Chatrier, y en las entrañas del estadio Alberto Lledó sube corriendo del vestuario al restaurante de jugadores. "¡Five beers, please!", dice el preparador físico de Carlos Alcaraz. La camarera tira cinco cervezas -con poca espuma, todo hay que decirlo- y es el propio Alberto el que las pone en una bandeja para bajarlas por las escaleras a todo meter.

A un par de metros está el fisio, Juanjo Moreno, pidiendo un plato de pasta y con champiñones. Carlitos está hambriento. Como para no estarlo. Han sido más de cuatro horas de batalla ante Alexander Zverev para conquistar su primer Roland Garros. Pero se cuidan todos los detalles incluso en un día así: la pasta es sin gluten.

"Estamos temblando todavía, no sabemos ni lo que ha pasado", dice con una sonrisa de oreja a oreja el médico Juanjo López, que camina con una copa de Moët&Chandon en la mano. Hay champagne para dar y tomar. También hay pinchos de salmón, tartaletas con guisantes y otras delicatessen que ha preparado la organización de Roland Garros para el equipo del campeón en el restaurante de jugadores.

Por ahí ha pasado unos minutos antes también Pau Gasol, íntimo de Rafael Nadal y un habitual de las finales de Roland Garros. "He podido vivir 11 finales con Rafa y hoy quería también estar aquí apoyando a Carlos en su primero", dice el pívot. "Se ha sufrido, se ha sufrido. Es la primera vez que me toca una final aquí en Roland Garros".

Pero, ¿y el campeón? De Carlitos no hay ni rastro. Están sus padres, Carlos y Virginia, su abuelo, su hermano Álvaro, Juan Carlos Ferrero, sus amigos, y los familiares de los miembros de su equipo, pero el gran protagonista, el hombre que ha conquistado su tercer título de Grand Slam, no aparece por ahí. Es lo que tiene ser el ganador de Roland Garros, que tienes una larga lista de tareas antes de poder estar con los tuyos tranquilamente.

Desde que gana el punto decisivo a las 19:30 de la tarde, pasan más de tres horas hasta que Carlitos sale de las instalaciones de Roland Garros camino a un céntrico restaurante de París para juntarse con el equipo y la familia. Esas tres horas dan para mucho.

Primero, lógicamente, la celebración en la pista, los abrazos en la grada y la ceremonia de premiación. Después, las fotos sobre la misma tierra batida con el equipo, con la familia y con los recogepelotas. Abandona después la Philippe Chatrier no sin antes ver lo que uno de los suyos ha escrito en la tierra. "Viva Murcia", se lee junto a un gran corazón.

Después, todavía con la ropa del partido, toca la ronda de entrevistas con las televisiones con derechos. Entonces sí, llega al vestuario, que es cuando le bajan la pasta y la cerveza. Tras la ducha, y con la tripa llena de la pasta con champiñones, Alcaraz se enfunda una camiseta de Michael Jordan, un pantalón corto blanco y unas Nike que se compró estos días en París. Y vuelve a posar con la copa en los bancos de madera del vestuario que tan bien conocen a otro español de nombre Rafael Nadal.

Le queda un último recado ya. El paso por la sala de prensa. Ahí mira al pasado y al futuro. "El Carlitos de 12 años se sentiría orgulloso de saber que unos añitos después iba a conseguir su sueño. Me decía, cuando lo veía por la tele, que algún día iba a ganarlo. Conseguir esas cosas es muy bonito", dice sobre el pasado al lado de la copa de campeón. "Quiero seguir y ya veremos cuántos Grand Slam ganó al final de mi carrera. Ojalá llegue al 24 de Djokovic, pero de momento vamos a celebrar el tercero", añade sobre el futuro.

"Es que ya lleva tres. Parece una tontería, pero... ¡son tres Grand Slam!", reclama Antonio Martínez-Cascales, el hombre que moldeó la carrera de Ferrero y que ahora forma parte también del equipo técnico de Alcaraz. Y sí, son tres Grand Slam con 21 años. Hay que repetirlo un par de veces para creérselo. Ahora sólo queda celebrar. "¡A reventarla esta noche, familia!", se despide Álex Corretja con un grito mientras toda la familia y el equipo brindan con champagne.