El exitoso triángulo de Sara Sorribes empezó con un FaceTime: "¡Son mis madres!"
Sara Sorribes busca un billete a los cuartos de final de Roland Garros (ante Haddad-Maia, 11:00 horas en Eurosport). Durante su larga lesión se mudó a la casa de su entrenadora y su fisio.

París.- Ahí está Sara Sorribes, sonriendo, como siempre. Y ahí están a pocos pasos Silvia Soler-Espinosa y Blanca Bernal, sonriendo también. Aunque rara vez está de mal humor, este triángulo que conforman tenista-entrenadora-fisio tiene muchísimos motivos para estar feliz estos días en París. No sólo por hecho de estar en los octavos de Roland Garros (jugará a las 11:00 contra Haddad-Maia), sino también por el trayecto hasta ahí, tan duro, tan espinoso.
Cuando Sara Sorribes se rompió el escafoides del pie en septiembre de 2022, todo se nubló. "Perdí la ilusión, la motivación y las ganas", admitía la propia tenista hace unos días. Abatida y harta de no poder hacer nada porque las primeras semanas de recuperación sólo valía el reposo, en cuanto pudo empezar a hacer algunos ejercicios se mudó a Madrid por petición de su fisio.
"Competir con ella era un calvario. Yo la sufría, yo no la quería ni ver"
Exjugadora y entrenadora de Sorribes"Yo se lo pedí, para que estuviera cerca nuestro. Y claro, como no podía conducir ni hacer casi nada, lo normal es que una persona a la que quieres tanto y que está en una situación difícil se quedara en nuestra casa. No la vas a enviar a un hotel", explica a Relevo Blanca Bernal, que en septiembre de 2022 se casó con Silvia Soler-Espinosa. Así que Sorribes hizo la maleta y se plantó en la casa de su entrenadora y su fisio.
"Yo no era autosuficiente y era mi peor momento. ¡Yo les digo que son mis madres y se parten!", contaba al respecto desternillada de risa Sara tras clasificarse a los octavos de Roland Garros sin jugar por la retirada de Rybakina.
Todo empezó con un FaceTime en la pandemia
Tras romper con el técnico Germán Puentes antes de la pandemia, Sara cogió un día el teléfono durante el confinamiento y llamó a Silvia, que estaba a punto de poner punto final a su carrera de tenista. Tenían ya una relación de amistad, pues habían compartido alojamiento en más de una ocasión por el circuito. "Tenemos que hablar por FaceTime", le dijo Sara. Al lío.
- Quiero que me entrenes.
- Pero si yo no he entrenado a nadie nunca.
- Pues voy a ser la primera.
Silvia, pese a que nunca se había imaginado de entrenadora -"Y eso lo había hablado en varias ocasiones con Sara", admite-, aceptó la propuesta. Recuerda bien aquella llamada. También es cierto que pensaba que iba a ser sólo hasta que volviera la competición una vez abiertas las fronteras. "No, no, yo te quiero a ti como entrenadora, no es algo puntual", le dijo Sara Sorribes.
Silvia aceptó y al poco se unió Paco Fogués, que ya había entrenado a Sara un tiempo antes. Con Blanca Bernal, la relación venía también de muy atrás, porque era fisio de la WTA y tenía trato con Sara desde que era una niña. "Yo la conocí en 2011 en un torneo de Barcelona", dice Blanca.
Todos estos años se ha ido construyendo una confianza a prueba de bombas. "Yo las escucho, las admiro, tengo total confianza en ellas y ellas en mí, yo lo siento así. Cuando hablas de una relación con tanto respeto, funciona", asegura Sara.
"Competir con ella era un calvario. Yo la sufría, no la quería ni ver", añade Silvia. "Ahora tenemos una relación excelente y para mí la persona va antes que la jugadora. Ella sabe que yo quiero lo mejor para ella y es muy fácil, escucha y quiere aprender".