EL VESTUARIO

Toni Nadal explica por qué nunca cobró un euro a Rafa por entrenarle: "En el mundo del tenis el jefe es el jugador"

El exentrenador de Nadal habla en 'El Vestuario' sobre su relación dentro y fuera de la pista y reflexiona sobre su felicidad después de tantos años.

Toni y Rafa Nadal entrenan juntos en los JJOO de Río 2016/Getty Images
Toni y Rafa Nadal entrenan juntos en los JJOO de Río 2016 Getty Images
Equipo Relevo

Equipo Relevo

La relación entre entrenador y jugador en el tenis guarda unos códigos especiales que no se crean en otros deportes, o al menos en la misma dirección. Hablamos de un deporte individual donde dos personas comparten espacio y tiempo durante una gran parte del año, fuera y dentro de la pista. De ahí salen algunas historias con vínculos inquebrantables y otras con un destino bien distinto. La de Toni Nadal con Rafa es de las primeras y está llena de aristas por el apego familiar entre ambos. No es extraño, de hecho, que un familiar entrene a un jugador o jugadora de tenis. La historia está llena de ejemplos, aunque ninguno tan exitoso como este. De ello ha hablado Toni para Relevo en el estreno de la segunda temporada de 'El Vestuario', junto a Quique Peinado. También se ha atrevido a reflexionar sobre el concepto de la felicidad, así como de otros temas más deportivos. Lo que vas a ver a continuación es solo un extracto de toda la conversación entre ambos.

Puedes ver aquí la entrevista completa de Quique Peinado a Toni Nadal en 'El Vestuario'

Esto no sé si es así. Tú, mientras fuiste entrenador de tu sobrino no cobraste un sueldo, ¿no? ¿O esto fue solo en el principio de su carrera?

No, nunca. Pero no porque él no me quisiera pagar, es porque yo no quería cobrar.

¿Por qué?

Por dos razones. Primero porque yo tenía negocios con su padre, él hacía funcionar los negocios y yo no iba por allí. Y en segundo lugar porque, cuando mi hermano me dijo que tenía que cobrar, yo le contesté: "Creo que le irá mejor a tu hijo si no cobro, porque yo tendré la tranquilidad de decirle lo que quiera". En el mundo del deporte el que paga manda y en el mundo del tenis el jefe es el jugador, no es el entrenador. A mí no me gusta tener jefes y creo que a mi sobrino le iba bien que yo tuviera la tranquilidad de decirle en todo momento lo que yo quería decirle, sin estar pendiente. Si yo cobro, tengo que ir con cuidado. Ahora ya no, porque ahora al jugador de Canadá (se refiere a Felix Auger Aliassime, con el que colabora), que evidentemente cobraba, yo le dije: "¿Qué quieres que te diga? ¿Lo que tú quieres oír o lo que yo creo que te tengo que decir?". El mundo del deporte es complicado; hoy en día cuando son jóvenes, a veces con un éxito notorio y una relevancia mediática importante, yo creo que es bueno tener a alguien que no esté dispuesto a decirte lo que tú quieres escuchar.

¿Y esto le falta a los deportistas en general?

En general creo que falta, la gente a veces se cuadra demasiado delante de los jugadores, van con demasiado cuidado, y yo considero a todo el mundo normal, tengas éxito o no lo tengas. Yo sé que mi sobrino es un tipo especial cuando juega al tenis, pero no cuando deja de jugarlo, y creo que, igual que mi sobrino, todos los jugadores de fútbol del Real Madrid tienen esta especialidad, que en su actividad son de los mejores del mundo, pero esto no te da pie a que te tengas que reír de todo lo que haces. Tú eres evidentemente un gran jugador de fútbol o eres un gran tenista o eres lo que sea, pero no.

¿Qué cosas le dijiste a tu sobrino que no le hubieras podido decir si él hubiera sido tu pagador?

Es que es difícil. No son tanto cosas que ahora yo… pero evidentemente, lo que sea.

O sea, tuviste muchos momentos muy incómodos, entiendo.

Yo tuve muchos momentos cómodos porque era mi sobrino, pero yo por ejemplo, cuando Felix vino a verme para colaborar, le dije: "¿Cuál es tu aspiración?". Y él me dijo: "Ser número uno del mundo". Entonces estaba en el puesto 22 y le dije (insiste): "¿Qué quieres que te diga ahora, lo que tú quieres oír o lo que yo creo que te tengo que decir?". Y él me dijo: "No, no, yo he venido a escucharte". Y yo le contesté: "Pues ahora no te veo como número uno, no sé cómo le puedes ganar a Djokovic, a Zverev, a Medvedev o a Rafael, a Rafael mejor si no le ganas, pero no sé cómo hacerlo. A partir de aquí vayamos a ver si en uno o dos años podemos alcanzar lo que nos proponemos. Yo acostumbro a la gente a decirle lo que pienso. Entiendo, evidentemente, tienes que ir con cuidado, no es cuestión de ser cruel con nadie, tienes que ir con cuidado pero hay que decirle las cosas. Otro ejemplo es cuando yo estaba en Nueva York y le dije a Felix: "Oye, Félix, cuando tú pones estas caras a tu box cuando fallas, que parece que le das la culpa al entrenador, tengo la sensación de que eres idiota". Se lo dije riendo y a lo mejor esa sensación es solo mía, pero yo creo que hay más gente y no tienes que querer dar esta imagen. Esto tan simple a la mayoría de gente es complicado decírselo, porque cuando uno se acostumbra a recibir solo buenas noticias, cuesta. Y en este sentido yo tuve la tranquilidad de decirle siempre a mi sobrino lo que consideraba que tenía que mejorar, independientemente de que le pudiera gustar que se lo dijera o no.

Pero también su personalidad igual estaba para eso.

Claro, es que Rafael no ha tenido nunca un ego muy elevado, pero igualmente cuando tú estás en un entorno en el que todo el mundo te ríe la gracia, cuando tú triunfas en la vida, la gente te suele permitir cosas que otra gente no lo permitiría.

¿Tú crees que Rafa Nadal es una persona feliz?

Yo creo que sí. Vamos, no lo creo, lo sé. Aunque en momentos puntuales pueda estar más decaído o no, porque evidentemente tiene sus problemas y esto afecta a la felicidad. La felicidad no es estar contento, es un estado. Y creo que a mi sobrino cuando le veo, y le veo en muchas ocasiones en la academia, es un tipo feliz, sobre todo ahora que tiene un hijo y tiene una vida cómoda. Yo creo que sí que es feliz. Vamos, pondría la mano en el fuego.

¿No es fácil eso, no?

Bueno, yo creo que… vamos a ver si es fácil. Yo soy un tipo lógico. ¿Qué porcentaje de la población es feliz? Pues esta es la facilidad que uno tiene de serlo. Si me dijeras que solo un 1% de la población es feliz, diría que no es fácil. Yo creo que hay un porcentaje más o menos elevado de gente que es feliz.

Y hablabas de un mundo que se aplica al deporte y yo creo que se va a aplicar en general. Un mundo cada vez más previsible, más mediatizado. ¿Eso cómo casa con ser feliz?

Es que ya entramos en el terreno de la filosofía. Yo escuchaba el otro día una entrevista que le hicieron a Antonio Gala hace veintipico años (se refiere a una con Jesús Quintero en 1991). Él hablaba del futuro y decía que dentro de poco todos seremos iguales porque con toda la información que tenemos, que te dicen cuándo tienes que reír, que necesitas coach para todo, todo esto te llevará a un estado, no sé si más lineal, pero sí con menos altibajos. Y no sé si así hay mucha capacidad de ser feliz. Hoy en día creo que demasiadas veces buscamos el estar contentos. Y entendemos que si estamos contentos somos felices. Yo creo que la felicidad viene por encima de todo de la satisfacción personal. Y la satisfacción personal viene cuando tú has intentado hacer cosas, cuando tú has estado en movimiento para alcanzar este o el otro reto. Hablando de mí, yo siento la felicidad cuando te marcas un reto, cuando te marcas un objetivo, evidentemente cuando tienes lo esencial cubierto familiarmente, socialmente y económicamente.

O sea, por ejemplo, Nadal en muchos momentos de su carrera en los que ha perdido, ¿él ha estado satisfecho?

Sí. Evidentemente ha habido momentos con derrotas dolorosas. Faltaría más, como en todo el mundo. Porque uno no tiene una vida siempre yendo hacia arriba, ¿no? Ha habido momentos que a él alguna derrota le ha afectado más que otras, alguna lesión, algún momento que se le hacía un mundo todo. Pero esto forma parte de la vida. Al final, la adversidad forma parte de la vida, hay que entenderlo. Entendemos que el bien esencial es pasárnoslo bien, pero yo creo que esto no te proporciona una gran satisfacción. Le puede proporcionar una gran satisfacción a mi perro, pero en realidad la satisfacción viene de otro lugar, no viene solo por el hecho de comer. Ya lo decía Gustavo Adolfo Bécquer en una de sus rimas, cuando aseguraba: "Qué bonito es ver el día coronado...". Para acabar diciendo: "Qué desgracia que esto solo no baste". Porque como ser humano tú buscas algo más.

Como coach que eres, tengo que hacerte una pregunta como padre. Yo tengo dos hijos y el mayor juega al fútbol. El otro día me preguntaba: «Papá, no se me ocurre cómo celebrar los goles». Entonces le puse un vídeo para enseñarle cómo celebraba los goles Butragueño, levantando la mano así y abrazando a sus compañeros. Y le dije: «Yo creo que lo deberías hacer así». ¿Qué tenemos que decir los padres cuando un niño que juega a un fútbol tan mediatizado por el mundo que le rodea te hace una pregunta tan marciana?

Bueno, a mí me gustan las celebraciones naturales, espontáneas. Yo entiendo que, cuando tú marcas un gol, el caso de Butragueño es un caso difícil, porque él tenía esta templanza. A mí me gustaba lo que hacía, porque a mí me gusta transmitir. Yo a Rafael le decía: "Tienes que transmitir, tienes que intentar que el público vibre un poco contigo, pero siempre dentro del respeto". A mí no me gustan las celebraciones de chulería, evidentemente, para nada.

Pero, ¿cómo está el mundo hoy para que un niño de 9 años te pregunte por eso antes que por otras 40 cosas?

Sí, así vamos, porque vivimos en el mundo de la imagen, nos perdemos en la imagen. Damos demasiado valor a lo que teóricamente no debería tenerlo. Yo crecí en un mundo donde la clase se asociaba con la discreción. Uno pretendía ni demostrar demasiado entusiasmo. Pretendía no aflorar sus sentimientos más de la cuenta. Bueno, pretendíamos vivir en un mundo más discreto. Hoy en día es todo lo contrario. Hay que exteriorizar, hay que ser voluptuoso. A mí particularmente no me gusta, pero cada cual que haga lo que quiera. De todos modos, lo has dicho tú, que su preocupación no sea marcar el gol, sino cómo celebrarlo.