El mortal que derrotó a Nadal en una final en tierra: "El objetivo era que no me matara y acabé ganando a dios"
Horacio Zeballos se sienta con Relevo para recordar su día más grande: "Se lo voy a contar tanto a mis nietos que se van a aburrir".

Fue en la noche de un domingo. A orillas del Pacífico Sur en una ciudad-balneario chilena llamada Viña del Mar. Han pasado ya más de diez años, pero Horacio Zeballos, el protagonista de esta extraordinaria historia, tiene los recuerdos cristalinos. "Me acuerdo de todo lo que pasó ese día. Antes, durante y después del partido", cuenta a Relevo este tenista argentino. ¡Como para no acordarse! Aquel domingo, el 10 de febrero de 2013, consiguió algo inimaginable, algo inalcanzable para el resto de mortales: tumbar al mismísimo Rafael Nadal en una final sobre tierra batida.
El español sólo ha perdido nueve de las 72 finales que ha disputado en la superficie naranja, en la que es indiscutiblemente el mejor tenista de la historia. Los otros tres miembros del Big Four, esa generación irrepetible, le han arañado en siete ocasiones: cuatro Novak Djokovic (Madrid 2011, Roma 2011 y 2014 y Montecarlo 2013), dos Roger Federer (Hamburgo 2007 y Madrid 2009) y una Andy Murray (Madrid 2015). La otras derrotas de Nadal en una final en tierra llevan la firma de Nuno Borges (Bastad 2024) y Zeballos.
Nacido en Mar del Plata en 1985, Zeballos nunca ha vuelto a vivir un día como aquel. Ha disputado varias finales de Grand Slam en dobles junto al español Marcel Granollers, pero su victoria en Viña del Mar, su único título como singlista, no tiene comparación. "El día que termine mi carrera, da igual lo que consiga, que no va a importar, el recuerdo más grande va a ser la victoria ante Rafa. No sólo para mí, sino para todos los que me conocen. Es un recuerdo que tengo demasiado marcado, fue una victoria demasiado especial", indica.
OPONENTES DE NADAL EN TIERRA BATIDA
«El objetivo era que no me matara»
Pero, ¿qué ocurrió para que Horacio Zeballos, entonces 73 del ranking ATP y que nunca había jugado una final en tierra, derrotara al mismísimo Nadal? Lo primero que hay que decir es que el español venía de un larguísimo periodo de inactividad: tras caer eliminado en la segunda ronda de Wimbledon 2012, se perdió la segunda mitad de aquella temporada -incluidos los Juegos de Londres- por su lesión de rodilla y eligió Viña del Mar para su reaparición siete meses después.
A pesar de que no estaba en las mejores condiciones, Nadal se plantó en la final sin ceder un set y con partidos rápidos y cómodos. A Zeballos nadie lo esperaba en encuentro decisivo, así que la final arrancó con un clarísimo favorito.
"Antes del partido me acuerdo que puse en redes sociales: preparándome para enfrentar a dios. Yo estaba encantado de jugar una final contra él. Para ser sincero, el objetivo principal era tratar de que no me metiera una paliza, que no me diera una clase, que no me matara. Poder pensar en ganarle una final en ladrillo era un objetivo demasiado grande", relata Zeballos. "Así que el primer objetivo que me marqué fue ganarle un set y de ahí ir sumando a poquito".
Preparandome para enfrentar a "Dios" en la cancha de tenis hoy! :)
— horacio zeballos (@HoracioZeballos) February 10, 2013
Pero todo se le complicó. Nadal se apuntó el primer set en el tie break. Y ahí la tribuna empezó a aplaudir y a agradecer a Zeballos. "Recuerdo a la gente que me decía: 'Gracias, Zeballos, gracias, porque Rafa ya jugó una hora'. Claro, Rafa había ganado los tres primeros partidos muy fácil y nosotros habíamos jugado un set y ya llevábamos una hora. Estaban contentos porque estaban viendo un gran partido y la gente quería ver a Rafa en la cancha. Eso me animó".
Zeballos igualó el partido llevándose el segundo set y cuando estaba 5-4 en el tercero se disponía a restar para ganar el título. "Ahí bloqueé mi mente para que no se me metiera ningún pensamiento futuro. Me decía de todo para que ningún nervio se me cruzara". Se puso 0-40, tenía tres pelotas de partido. "Me saca a la T, le devuelvo profundo, me abre por la derecha, le meto el ángulo corto...", dice como si hubiera sido ayer. "Y ahí fue cuando dije: 'Le gano, le gano, le gano'. Veo que corre, que corre y no llegaba. No me lo podía creer".
La derecha de Nadal se quedó en la red y Zeballos se desplomó sobre la tierra. "La emoción fue muy fuerte. Toda mi familia estaba en la tribuna y había venido a verme, mi papá, mi mamá, mi hermana... En ese segundo se me cruzaron 10.000 imágenes de chiquito yendo al club con mi viejo. Entrenando, jugando, todo por lo que uno pasó".
Una lección en Roland Garros y la comparación con Nole
Nadal y Zeballos se enfrentaron un total de tres veces. Las otras dos ganó y fácil el español: en la segunda ronda de Roland Garros 2010 (6-2, 6-2 y 6-3) y en las semifinales de Barcelona 2017 (6-3 y 6-4). "Me tenía que haber retirado después de Viña del Mar para que el cara a cara quedara 1-1", dice riéndose antes de recordar la vez que se enfrentó al español en Roland Garros.
"Aquel partido en la Chatrier lo recuerdo perfectamente. La cancha es inmensa, pero yo la veía tan chiquita como una mesa de ping pong. Veía la cancha chiquita chiquita y a Rafa como un gigante. No le podía hacer un punto, fue terrible", añade.
Zeballos es de esos jugadores que han sufrido a Nadal en Roland Garros y a Djokovic en Wimbledon. ¿Dónde se sufre más? "Cada uno es impresionante en su superficie. Djokovic en hierba me hizo sentir muy indefenso porque yo siempre supe que una de mis armas era el saque y Djokovic en hierba me devolvía todo como si estuviera sacando de abajo y me hizo sentir muy indefenso. Sería los dos únicos partidos que no me gustaría jugar".