La confesión de Nadal sobre el dolor en su vida cotidiana: "Me cuesta bajar la escalera de casa"
El tenista balear se arrepiente de no haber protegido su físico en el pasado. "Me he perdido cuatro años y medio de Grand Slam".
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Operado del psoas y del lábrum de la cadera a principios de junio, Rafael Nadal continúa su proceso de recuperación dentro de los plazos establecidos. Según reveló el lunes en una entrevista en Movistar+, va prácticamente a diario a su academia en Manacor y se entrena tres días a la semana en la pista, aunque a un ritmo todavía muy bajo.
"Es lo que más me divierte de lo que hago estos días, pero estoy aburrido porque sólo puedo pegar a la bola sin moverme, sin golpear a un nivel lógico. No me puedo mover con la intensidad que quiero y me tengo que contener todo el rato", indicó en la entrevista con Juanma Castaño, su primera aparición en los medios tras su famosa rueda de prensa de mayo. "Sé que tengo que ir con cuidado y con paciencia. Pero el hecho de aburrirme no me ha quitado el foco en hacerlo cada día".
El campeón de 22 Grand Slam evoluciona favorablemente y el objetivo de reaparecer en 2024 sigue inalterable. Algo que tampoco ha cambiado -y seguramente no cambiará- es el dolor que le acompaña desde hace años en su día a día. Su cuerpo está tan castigado después de casi dos décadas compitiendo al máximo nivel que las consecuencias las sufre también fuera de la pista.
El síndrome de Müller-Weiss
Lo que más le incomoda a diario es el pie, debido al síndrome de Müller-Weiss, una enfermedad degenerativa en el escafoides tarsiano que le fue diagnosticada cuando empezaba a competir y que de cuando en cuando le da algún aviso. El último serio fue en mayo de 2022, cuando el dolor se agudizó a las puertas de Roland Garros. La solución fue inyectarse un anestésico para jugar con el pie dormido. Y ganó, claro.
"Sin dolor no vivo, pero lo hago con un dolor controlado. No es un dolor que me amargue la vida"
"No estoy lesionado, soy un jugador que vive con una lesión", dijo en aquellos días. Poco ha cambiado desde entonces: la lesión sigue ahí, sólo que ahora mismo no es lo que le está impidiendo entrenar al máximo nivel. La culpa de eso la tiene el psoas que se rompió en Australia. Pero el pie le trae de cabeza muchos días cuando se despierta.
"Sin dolor no vivo, pero lo hago con un dolor controlado. No es un dolor que me amargue la vida", dijo el lunes a Juanma Castaño durante la entrevista. "Mi carácter está bien. Yo estoy más triste o más jodido, hablando en plata, cuando tengo más dolor de la cuenta. Tengo un pie que lo tengo muy mal y hay veces que el pie no me deja vivir tranquilo. Hay muchas veces que me cuesta bajar la escaleras de casa por las mañanas. Cuando eso ocurre, que ocurre, cuando uno tiene dolor, y estás mal, enfermo, es difícil estar muy feliz".
Su historial de lesiones
"Me he perdido cuatro años y medio de Grand Slams por lesión en mi carrera deportiva, un total de catorce. Pero de eso también va el deporte. No soy mejor que Djokovic por jugar menos: él ha sido mejor porque ha tenido un físico o una forma de jugar que le ha permitido jugar más que yo y no se me caen los anillos por reconocerlo. He hecho lo que he podido y hasta aquí es lo que hay. No me puedo reprochar nada porque en aquello que me he equivocado ha sido en el momento y pensando en lo que yo creía que era lo mejor para mi carrera".