Andy Murray y los fantasmas de decir adiós: "Sólo quiero jugar una vez más, sentir ese temblor"
El escocés todavía no sabe si será capaz de jugar el martes y despedirse así de Wimbledon, el torneo en el que es feliz.
Londres.- "Todo el mundo tiene una idea de cómo quiere acabar su carrera, la mía es terminar en Wimbledon, tener la oportunidad de jugar aquí una vez más". Andy Murray se enfrenta a un dilema que para los mortales puede parecer un poco raro, pues a la mayoría les vale con decir adiós y simplemente marcharse. No convivimos los seres humanos con el concepto del legado, al menos no como lo hace un deportista profesional. Y es difícil, muy difícil incluso, porque lo normal es que la cabeza de un atleta de élite no sea muy capaz de entender que su cuerpo ya no es capaz de hacer lo que hacía antes.
Murray en Wimbledon es el ídolo. Quizá para el resto del mundo se quedó un poco atrás en un tiempo en el que tres colosos redefinieron el tenis, pero para el Reino Unido fue el primer tenista en brillar de verdad en un porrón de décadas. Por eso su final se trata con especial delicadeza. Hace tiempo que no es competitivo, ha tenido un par de operaciones de cadera de esas que suelen retirar a cualquier jugador. Él ya sabe que este será su último año, pero el modo de despedirse, por nimio que parezca en comparación con toda una carrera, para él es importante.
Hace una semana jugó y ganó en Queens su partido 1.000 en el circuito. Al día siguiente cayó derrotado. Después se supo -contra su voluntad- que tenía un quiste en la espalda que le iba a poner en arameo jugar en Wimbledon. Saltaron todas las alarmas, porque lleva meses rumiando una despedida que le deje un buen sabor de boca aquí y en los Juegos Olímpicos. A diferencia de Nadal, que aún amaga con seguir en 2025, él ya sabe que estas son las últimas líneas del libro.
"Han sido diez días duros, obviamente he tenido la operación de la espalda que no ha sido insignificante. He hecho todo lo posible para estar aquí, no sé si será suficiente. He entrenado estos últimos días, hoy he jugado un set, pero todavía no tengo del todo la sensación en mi pierna", explica con calma en la primera pregunta de la rueda de prensa previa al torneo. Murray es detallista en el juego y ante el micrófono. Lo que tiene es un quiste en la espalda que le ha oprimido la espina dorsal que le oprime un nervio y eso le ha restado movilidad en la pierna.
"No tengo dolor de espalda, que es obviamente bueno, pero el problema que tengo es un quiste que está comprimiendo mis nervios y me molesta para mover mi pierna derecha. Es como si te duermes sobre un brazo y se te duerme, es gracioso un rato, pero eso mismo durante mucho tiempo… No sé cuánto tardaré en recuperar esa función. Hay gente que tarda semanas, otras meses. No sé exactamente", desarrolla el escocés.
Antes de hablar con los medios se ha entrenado en las pistas exteriores. Suave, porque no hay un gran dolor pero sí una incomodidad manifiesta. "Está mejorando cada día, con los entrenamientos, espero que continúe y me deje estar el martes en la pista", razona el antiguo número 1.
Cuando se habla de la espalda, que es el caso, las cejas se levantan y se extiende cierto miedo. Porque una cosa es jugársela a una lesión en la rodilla y otra es la espina dorsal. El drama no es de esa naturaleza: "Depende lo que consideres un riesgo. Por conversaciones que he tenido con los cirujanos el mayor problema puede ser reabrir la herida, la espalda está estable, no ha habido problemas con los músculos. El problema puede ser la herida, pero es muy pequeña. Estoy cómodo con ese riesgo, si fuese algo que pudiese dañarme la espina o algo así sería muy diferente", razona.
El desgaste
Murray, como le ocurre a Nadal, es uno de esos deportistas que han convivido con el dolor y las recaídas. Han sufrido mucho, más de lo que jamás hayan confesado. También han tenido mala suerte, que es lo que le pasa ahora mismo al escocés. "Obviamente, tengo mucho desgaste en mi espalda, si miras un escáner no parece nueva, no está bien, no es un lugar magnífico. Sin embargo, el quiste creo que ha sido algo muy desafortunado, porque puedes tener uno en cualquier lugar del cuerpo que esté degenerándose y no da problemas, pero cuando lo hace en la espina…".
Sigue hablando del problema dándole vueltas como si la conversación pudiese sofocarlo. Todos los caminos derivan siempre en el mismo lugar, la intención de cerrar todo esto de la mejor manera. "Sólo quiero tener la oportunidad de jugar una vez más, ojalá en la pista central, no sé, sentir ese temblor".
Hace solo unas semanas Kroos decidió marcharse del Madrid cuando todavía estaba en plenas facultades. Lo hizo arropado por todos los suyos, de una manera emocional. Los deportistas que han sido grandes siempre se ven así, con un adiós a la altura de todo lo anterior. El problema, como ya sabe Murray, es que el deseo y la realidad a veces viven peleados.