WIMBLEDON

Los dos chalets de los Alcaraz en Wimbledon vibraron con España y le sirvieron para desconectar

El equipo y la familia del jugador español compartieron la segunda parte del encuentro con júbilo en su residencia en Londres.

Carlos Alcaraz, en Wimbledon./REUTERS
Carlos Alcaraz, en Wimbledon. REUTERS
Gonzalo Cabeza

Gonzalo Cabeza

Londres.- Los vecinos de Southfields hacen el agosto en julio. Se marchan de sus casas porque en este plácido lugar, lleno de zonas verdes y casitas estrechas, las dos primeras semanas de este mes son bastante estresantes. Cientos de jugadores y miles de aficionados peregrinan desde el metro hasta las pistas de hierba de Wimbledon que quedan al lado. Cada pocos minutos pasa un Range Rover de esos que llevan a los deportistas y hay un ajetreo importante de taxis y autobuses.

Todo eso es importante, pero no tanto como el dinero que se pueden sacar alquilando sus casas para el torneo. Algunos periodistas y muchísimos jugadores deciden hacerse fuertes en el vecindario, alquilar casas enteras y tener así la opción de ir y venir fácilmente al recinto. Algo que siempre es conveniente, pero todavía más en un torneo en el que puede llover en cualquier momento y las esperas se dilatan.

En una de esas casas vio Carlos Alcaraz y su equipo el partido de España contra Francia. Más concretamente, vieron una parte del partido, porque al murciano se le alargó un poco de más la cosa y le coincidió el principio del encuentro con la irrenunciable recuperación que se da en estos momentos. Como ya explicó en el partido contra Alemania -que también le coincidió con uno suyo, tienen ritmos paralelos la Selección y Carlitos- al salir del encuentro hizo la rutina habitual, porque eso es irrenunciable, con duchas de contraste y el móvil en la mano.

Tampoco podía saltarse el rato con la prensa, que se alargó un poco porque de repente hubo mucho tráfico de espera. El final de su partido coincidió casi con el femenino y se fue retrasando la conferencia de Carlitos. Se anunció que iba a ir antes de Paul, pero el americano terminó entrando antes que él. Y, curiosamente, el arco de acontecimientos fundamentales del partido coincidió enteramente con su tiempo con la prensa. Al entrar marcó Francia, un poco más adelante empató Lamine y el segundo de la Selección, el de Olmo, coincidió con Alcaraz levantándose de la silla para salir corriendo.

"¡Vamos! ¿quién ha marcado? ¿quién ha marcado?", gritó con el puño en alto cuando le dijeron que había marcado España. Una cámara del torneo le siguió unos metros más. Y de ahí a casa.

A una de las casas. Porque el séquito de Alcaraz esta temporada ha crecido lo suficiente como para que en lugar de un chalet hayan tenido que alquilar dos. En uno está el equipo más cercano, en el de al lado está parte de la familia.

Los primeros días, eso sí, hubo que arreglar la logística para ver la tele, porque no terminaban de lograr sintonizarla y además el lugar en el que están no tenía acceso a la televisión terrestre. Algo que se solucionó, hoy en día es bastante sencillo lograrlo y lo que no iba a pasar de ningún modo es que se quedasen sin ver la Eurocopa.

La semifinal, por supuesto, la vieron todos juntos. "Es un aliciente, y más que vaya ganando, ayer estuvimos todos juntos en casa con su familia también, celebrando la victoria y disfrutando con el equipo español", contaba al día siguiente Ferrero.

España ayuda, no solo por la afición del clan al fútbol, sino porque en el plan de Alcaraz la idea es que el tenis solo aparezca en momentos concretos. El jugador trata de desconectar, jugar al golf, pensar en otras cosas, no darle importancia al partido hasta 40 minutos o una hora antes del encuentro. Y para eso que España juegue, y todavía más que España gane, es una buena fórmula.