La generación de oro pelea por un último baile en Wimbledon: las dudas de Djokovic y Murray
Los dos jugadores están lesionados y, en condiciones normales, no deberían llegar al gran torneo de Londres, pero los dos pelean por acortar plazos y darse una vuelta más por la catedral del tenis.
Hace solo unos días, los estadísticos del tenis hablaban del fin, quizá definitivo, de una época. En el cuadro masculino de Wimbledon iba a aparecer solo un campeón, el vigente, Carlos Alcaraz, el representante más sólido de la nueva generación que ha venido a quedarse con todo. Todos los demás en el cuadro estaban ahí para intentar probar por primera vez las mieles de ganar en el torneo más grande del mundo del tenis. Pero no, no tan deprisa.
Novak Djokovic tiene la rodilla recién operada. Se intervino del menisco después de dejárselo en las pistas de Roland Garros. Se estimaba que podría llegar, como mucho, a los Juegos Olímpicos. No es tampoco un jugador joven, se supone que los procesos físicos deberían ser algo más lentos a su edad.
Las fotos, sin embargo, no engañan. Djokovic se ha plantado estos días en el All-England Tennis a pelotear contra quien quiera ponerse delante. Lleva protecciones en la pierna y en el brazo, pero no parece estar ni mucho menos descartado. Jugó un par de tie breaks con Federico Coria, entrenó con algo parecido a la normalidad el martes.
A unos reporteros de la BBC que le preguntaron les dijo que no le borren todavía, pero que tampoco estén seguros de su presencia en Wimbledon. El serbio les comentó que solo entraría en el cuadro si se ve con posibilidades de hacerlo bien, pasar rondas y, quién sabe, igual ir tomando ritmo y poder dar algún susto. Su temporada no está siendo buena, todavía no ha ganado un torneo este año, pero tampoco nadie se atrevería a descartar al mayor ganador de la historia del tenis.
En Wimbledon ha ganado siete veces y en sus dudas está también ponerse en riesgo de cara a los Juegos Olímpicos. Porque quizá el oro en tenis no vale tanto como en otros deportes, pero cuando ya tienes en casa todos los torneos del calendario, la mayoría repetidos varias veces, las prioridades cambian.
El último baile de Murray
Quien no ganará es Andy Murray, pero su caso es todavía más particular que el de Djokovic. El jugador escocés jugó en la primera ronda de Queens el partido número 1.000 de su ilustre carrera, que incluye dos títulos en Wimbledon como las mayores joyas del repertorio. Al día siguiente las piernas empezaron a fallar y comentó que estaba sin energía, que no le llegaba la fuerza a las piernas.
Poco después se filtró que tenía un quiste espinal, una rara inflamación que le iba a dejar fuera del torneo. La dolencia se estimaba en seis semanas de descanso y solo iba a tener unos días para llegar al que estaba pensado para ser el último de sus grandes torneos, una despedida a la altura del mayor ídolo de la afición tenística británica en prácticamente un siglo.
La noticia, aparecida en el Telegraph, enfadó sobremanera a Judi, la madre de Murray, una figura siempre presente en su vida y que fue su entrenadora en los comienzos. No descartó que su hijo pudiese jugar el torneo, por más que las fechas no cuadren ahora mismo. También es cierto que Murray puede enseñar un historial curioso de resistencia física. Las lesiones en la cadera que le han mermado estos últimos años a la mayoría les hubiesen impedido volver, pero él siempre ha luchado hasta abrirse paso de nuevo, aunque fuese ya sin la efectividad del pasado.
Esta temporada será la última y sería una lástima que Murray no estuviese en el santuario de Londres. Porque ha sido un jugador muy especial, tanto por su manera de afrontar el deporte y la sociedad como por su talento especial. En cualquier otra época de la historia del tenis hubiese sido el hombre a seguir, pero le tocó nadar con tiburones.
Queda en su caso una opción B, que es jugar el dobles junto con su hermano Jamie, con quien lleva décadas disputando torneos por parejas. Empieza un poco más tarde y es físicamente menos exigente, una oportunidad más para disimular los achaques y poder decir adiós a ese torneo en el que le pusieron el nombre de una colina en la que esperaron una victoria británica que terminó sucediendo.
No estará, en ningún caso, Rafa Nadal. Él, doble campeón en Wimbledon, hace tiempo que tiene que economizar su cuerpo y buscar sus mejores oportunidades. No lo es el torneo de Londres, que le obligaría a adaptarse a una nueva superficie y quitarle horas de vuelo de cara a los Juegos Olímpicos, que se disputarán en Roland Garros y eso lo hace todo un poco distinto. El físico que exige la hierba le invita a buscar otros torneos, por eso irá a Bastad, un torneo al que le ha tocado el gordo al tener al mejor jugador de la historia de la tierra batida en su cuadro.
Los favoritos serán los jóvenes, Alcaraz o Sinner, es posible que los mayores ni siquiera lleguen a estar en el cuadro, pero su intención demuestra también lo que es Wimbledon. No es que Djokovic o Murray tengan que demostrar nada, ni mucho menos, es solo que ellos también quieren saborear, una vez más, todo lo que significa ir a la catedral del tenis.