Martina Navratilova tira de ironía para criticar el acuerdo del tenis con Arabia Saudí: "Por lo menos no vamos a Corea del Norte"
La extenista estadounidense, ganadora de 18 Grand Slams como profesional, analiza la situación del circuito femenino en Madrid.

Techos altos y acristalados, auriculares para la traducción simultánea y de repente, pum, la lluvia de flashes despierta un tímido aplauso general ante la entrada de Boris Becker y Martina Navratilova en la inmensa sala de prensa de los Premios Laureus, en el madrileño Palacio de Cibeles.
El alemán y la estadounidense, que suman tantos Grand Slams como horas tiene el día —seis para él, 18 para ella— conversan sobre tenis, fútbol e incluso comida antes de responder en inglés a las preguntas de los medios que han viajado desde diversos puntos del planeta a la capital de España.
Navratilova, plenamente recuperada tras superar un cáncer hace justo un año, guía a los voluntarios que dan turno a los periodistas micrófono en mano. Hay una pregunta allí, señala, convencida, hacia la derecha. Por aquí tenemos otra, indica al resolver otra pregunta. No es necesario intermediario ni presentador.

En esas, llega la pregunta de Relevo. "Buf", resopla la extenista, retirada en el año 2006 tras una carrera que le condujo al Salón de la Fama de la raqueta cuando aún estaba en activo. La cuestión no es otra que el estado de salud del circuito WTA, tambaleante tras las WTA Finals del pasado mes de noviembre, cuando Cancún y su organización se convirtieron en el ojo del huracán de las críticas.
Varias semanas después, en enero de este año, y tras anunciarse la candidatura de Arabia Saudí a albergar el torneo con las ocho mejores tenistas del circuito, Navratilova y Chris Evert, rivales acérrimas en pista, ambas con 18 majors, escribieron una columna conjunta en el Washington Post. El titular era el siguiente: "No ayudamos a construir el tenis femenino para que ahora lo explote Arabia Saudí".
Tres meses después de la publicación, replicada con duras críticas desde el reino saudí, el mal presagio de Evert y Navratilova se hizo realidad y Riyad fue designada como sede de las WTA Finals hasta 2026. "Estamos viendo cambios [en el circuito femenino], ¿no? ¡Ahora nos vamos a Arabia Saudí!", asegura ahora, no sin ironía, la checa en Madrid. "Ese es el cambio más grande que podemos ver ahora mismo... Por lo menos no nos vamos a Corea del Norte".
"Chris y yo dejamos clara nuestra opinión al respecto, pero ya sabes, ahora los jugadores han tomado ciertas decisiones y bueno, veremos cómo van las cosas en Arabia Saudí", añade Navrat the Brat, ciertamente frustrada con la deriva de la WTA.
"Ahora mismo se está produciento un cambio, se está hablando incluso de fusionar la ATP y la WTA, y creo que sería una buena noticia", explica Navratilova, "pero es muy complicado, porque la ATP está muy arraigada a su forma de hacer las cosas y la WTA quizá no tanto, es una estructura que aún está evolucionando. Pero sí, me gustaría ver más unidad y más cambios dentro del propio deporte".
Un ejemplo claro, prosigue, son las pelotas. "¡Es que todavía jugamos con bolas diferentes cada semana!", denuncia la extenista norteamericana. "Imaginemos por un momento que los futbolistas jugaran con un balón diferente en cada ciudad a la que van. ¿Imposible verdad? Pues eso tenemos en el tenis. Es una auténtica locura".
"Ese cambio, para mí, es el más importante, pero no el único", añade Navratilova. "Sé que un cambio estructural es complicado, pero somos un deporte femenino de élite y, como tal, me gustaría ver a más mujeres en puestos de poder. En fin, cambios va a haber siempre... Veremos cómo se desarrollan las cosas ahora en Arabia Saudí".