Inventan un detector de ballenas y OFNIS con IA para las regatas oceánicas
El Sail INN PRO acoge ejemplos geniales de la transferencia tecnológica de la vela de elite al mundo real.

Al igual que sucede en el mundo del automóvil con la Fórmula 1, las grandes regatas como la Copa América o The Ocean Race desarrollan enormes avances tecnológicos que acaban aterrizando en el mundo real. Bilbao acaba de acoger el Sail INN PRO, un congreso que ha aglutinado a muchos de los expertos que han logrado culminar esta transferencia de tecnología en los últimos tiempos.
Uno de los casos más llamativos que se presentaron en este evento fue un detector de OFNIS (Objetos Flotantes No IdentificadoS) y ballenas, desarrollado por la empresa Sea.ai e impulsado con Inteligencia Artificial. Bruno Guerin, uno de sus responsables, explicó que los navegantes oceánicos llevan tiempo demandado un dispositivo que les ayude a evitar colisiones en mar abierto, dado que las ballenas, los contenedores o incluso los growlers (pequeños pedazos de icebergs que campan por los mares del Sur) constituyen su mayor riesgo de naufragio.
Poco a poco, la inteligencia artificial ha ayudado enormemente a detectar estos obstáculos en el mar, y se ha ampliado su uso incluso para el rescate de hombres al agua, ya que esta tecnología permite detectarlos en condiciones en las que hace tan solo unos años era totalmente imposible intentar el rescate de un náufrago.
Otro de los casos más interesantes lo planteó una empresa bilbaina, Nervión Naval Offshore, que va a comenzar a fabricar wingsails para grandes buques de contenedores. El wingsail es una novedad introducida en la Copa América, mediante la cual los veleros tenían una especie de ala de avión en lugar de vela mayor, lo que les permitía lograr unas velocidades inimaginables con las velas tradicionales.
La empresa BAR Technologies, un spin off tecnológico que lanzó Ben Ainslie a raíz de sus investigaciones para la Copa América, logró introducirse en el mercado de los megabuques gracias al enorme ahorro que les suponía a los supercargueros instalar en sus cubiertas velas de este tipo, un ahorro que puede llegar a un 30% de su gasto en combustibles. Pese a que cada winsgsail cuesta en torno a los 2 millones de euros, las cantidades de combustible que gastan estos barcos es tan enorme que su implantación les resulta totalmente rentable.
Otra empresa especializada en la vela de competición, Caponnetto Hueber, logró desde su oficina en la Marina de Valencia aplicar la enorme eficiencia que aportan los foils a los veleros de competición a un barco comercial. En su caso fue a un taxi acuático que recorre el río Sena, el Seabubbles, que además de ahorrar mucho en combustible debido al menor rozamiento con el agua, evita que se formen olas que afecten a los históricos diques del río parisino.
Estas son solo algunas de las aplicaciones que ya han dado el salto desde la Copa América o las regatas oceánicas al mundo real. Debido a la enorme concienciación que existe hoy en día por reducir el consumo de combustibles fósiles y lograr la eficiencia energética, las transferencias tecnológicas de la vela de competición a la navegación tradicional no van a cesar de producirse.