VELA

La nueva vida de Toño Piris, el mejor constructor de la vela española

Talpi vive en un catamarán con el que piensa recorrer los paraísos en los que no pudo parar cuando daba la vuelta al Mundo en regata.

Toño Piris, más conocido como Talpi. /DESAFIO MAPFRE
Toño Piris, más conocido como Talpi. DESAFIO MAPFRE
Nacho Gómez

Nacho Gómez

Toño Piris (Santander, 1963) ha sido testigo de todos los grandes proyectos que han existido en la vela internacional en las últimas cuatro décadas, desde los inicios de los barcos de tiempo compensado, las primeras vueltas al mundo que protagonizó España y nuestros primeros pasos en la Copa América.

Pese a ser un excelente navegante, siempre ha destacado por combinarlo con la construcción de los veleros en los que luego competiría. Ahora se ha tomado un respiro, se ha comprado un catamarán y aspira a navegar tranquilamente por todos los paraísos por lo que ha pasado habitualmente a toda velocidad.

Tú eres de Santander, una de las mecas de la vela española, y supongo que empezarías a navegar por allí con un Optimist.

Efectivamente. Santander siempre ha sido un puerto natural buenísimo, así que ser de Santander y no estar conectado al mar es poco difícil. Yo empecé a los seis años, en una escuela de vela dirigida en verano por el padre de Patán (Pablo Arrarte). En esa época empezamos juntos Pichu Torcida, los Botín y ya empezaban a despuntar gente como Gorostegui y Abascal que eran mayores que nosotros.

Luego fuiste campeón de España de láser

Sí, yo que soy pequeñito no concuerda muy bien que haya hecho buen papel en laser, pero era una clase súper nueva en Santander y había muy pocas unidades. Como anécdota recuerdo que fui a un Mundial en Portugal y competí con Russell Coutts, solo pude estar delante de él en una manga que había poco viento y la acabaron anulando. Me quitaron la gloria...(ríe).

Ahora precisamente Russell acaba de poner a otro cántabro de patrón en Sail GP, a Diego Botín…

Sí, Diego es hijo de Gonzalo, que es un pelo menor que yo, y sobrino de Marcelino, que es un pelo mayor que yo. A ver qué tal va con esos cambios, el talento lo tiene y la capacidad de trabajo también.

Tus primeros proyectos de crucero fueron con las míticas vueltas a España de los ochenta…

Sí, yo estaba loco por navegar en barcos grandes. La idea la tuvo la revista Bitácora, y ahí empezamos a conocer a gente de otras regiones y fue muy bonito, la verdad. Ahí conocí a Joan Vila, Manolo Lastra, Pedro Campos… yo hasta ese momento lo hacía por afición, a cambio de cama y comida. Aproveché para hacer la mili en la Comisión Naval de Regatas y ahí fuimos aprendiendo como esponjas. Ahí me pusieron el mote de Talpi, por cierto… como yo era de la zona norte y había que hacer muchos papeleos para que me cambiasen a la zona mediterránea, hubo bastante burocracia y tuve que recorrerme España entera con el macuto hasta que finalmente llegué a Palma. Mientras llegaba, todos estaban diciendo dónde estará el "tal Piris" este, que no acaba de llegar… así que se me quedó lo de "talpi" hasta hoy.

Además en esa época era necesario aparte de navegar dedicarte alguna otra cosa para poder vivir todo el año de eso…

Efectivamente, no es como ahora que un regatista profesional se dedica todo el año, y había que hacer más cosas. Yo tenía mis inquietudes por las construcciones de los barcos, en Santander había un astillero de barcos de aluminio y yo me iba de vez en cuando simplemente para asomarme por la puerta y ver cómo los hacían. Justo al acabar la mili, me metí con Ximo López a trabajar en el astillero de Pepín González, para la construcción del Hispania. Después Ximo y yo hicimos el proyecto donde nació Longitud Cero, donde hicimos nuestro primer barco para Vicente Tirado en una especie de gallinero debajo de un puente al lado de unos naranjos. Eso fue una aventura tremenda porque nos tuvimos que ir en un Seat Panda a Inglaterra a por los componentes del barco, la quilla, los winches, el palo… ahí no había ni emails ni ni teléfonos móviles ni nada, tenías que ir físicamente ahí al cara a cara con la gente.

Poco después te llegaría tu primer gran proyecto a nivel internacional con el primer desafío español para la Copa América de 1992.

Exacto, hubo un movimiento por parte de los hermanos Toubes y Pedro Campos para hacer la Copa América y yo ya recibí la llamada de Pepín González para hacer la construcción en Palma del primer Copa América español. Empezamos a trabajar y al cabo de una semana nos llaman para contarnos que al pobre Pepín le había arrollado un coche y ahí se truncó todo, el pobre Pepín pasó a mejor vida y con él todos sus sueños. El tío ya estaba prácticamente a la altura de Farr o de Vrolijk, los mejores diseñadores del mundo de la época, y fue una pena porque había mucha ilusión, dibujaba unos barcos muy atrevidos. Se tuvo que buscar un constructor nuevo, llegó Richard Gillis y acabamos en Cádiz, en Astilleros Españoles. Gillis ya se enraizó aquí en hicimos con él muchísimos barcos, todos los Copa América españoles salvo el Iberdrola, también barcos para la vuelta al mundo como el Galicia Pescanova.

En la época hablar de Copa América sería como subir a la luna para los que os dedicabais a la vela aquí…

Sí, aquello fue tremendo porque además los barcos nos parecían enormes, eso ya era otra liga. Tenían una estabilidad tremenda, una quilla tremenda, un palo tremendo… Era algo estratosférico porque no estábamos tan acostumbrados como ahora que la hemos vivido desde dentro.

Y entre Copa América y Copa América, también has hecho varias vueltas al Mundo.

Sí, yo tenía el sueño de hacer la vuelta al mundo y en cuanto surgió el proyecto del Galicia Pescanova (1993-94) me dije que el barco lo tenía que construir yo y laminarme a él si hacía falta para ir a bordo, y la verdad es que me hice fuerte ahí porque conocía el barco al dedillo, y también tenía mis millas y podía valer perfectamente para formar parte de la tripulación. Fue un proyecto maravilloso, trabajamos como burros, pero acabamos terceros en la Whitbread y fue un proyectazo. Ahí íbamos gente con experiencia como Jan Santana, Javier de la Gándara, Joan Vila, Epi, Paquillo Fernández y unos chavales jóvenes gallegos como Chuny (Bermúdez de Castro) y el libio (Jaime Arbones), dos talentazos que mira dónde han llegado. El libio parecía mucho más mayor de lo que de lo que era , muy fuerte y con esa mirada que tiene… Y Chuny acabó siendo el mejor caña del barco, siempre que había condiciones complicadas le poníamos a él a llevarlo.

Luego hiciste otra edición con un equipo extranjero, el Cheesie Racing, y ya te dejaste la Volvo, ¿por qué?

Sí, ahí entré por una llamada de Joan Vila, que ya estaba con ellos, Yo previamente le había llamado a él para otro proyecto, pero él ya había firmado por el Cheesie y al final acabé yéndome yo con él… Cuando la gente me pregunta si no me hubiera gustado hacer alguna vuelta más, suelo decir que a mí me hubiera gustado hacer las vueltas anteriores, a mí lo que me atraía era la aventura y la convivencia a bordo… Ahora me parece que tienes siempre una cámara encima de la cara y te está siguiendo todo el mundo al minuto, es como un estrés terrible. Antes teníamos cocinero, hacías la colada a bordo… Ahora van todos encerrados ahí en una cabina, los pobres no ven ni la mar y con aquello dando tantos botes que tienen que ir agarrados. Hombre, aunque es verdad que para el espectador para el que está en casa con el ordenador es una maravilla.

Y tras estos proyectos y otros muchos que llenarían una enciclopedia (Zuritel, Caixa Galicia, Barcelona World Race, Desafío MAPFRE) has apostado por un proyecto personal maravilloso: te has comprado un catamarán y piensas recorrerte el mundo con él, pero sin prisas…

Sí, ahora he vuelto un poco a la a la vela no sé si decir más tranquila, pero sí menos expuesta a las cámaras y las miradas de todo el mundo. Los años van pasando y la motivación también va decayendo… En la vela oceánica colgué las botas con el Tales con una victoria con ese barco tan maravilloso que hicimos con Gonzalo Botín, y yo creo que Gonzalo también decidió colgarlas ahí. Ahora hago regatas en monotipos, que me gusta mucho. Todo lo que sea una regata corta en la que puedas dormir en una buena cama y que no sea demasiado larga y que el equipo no sea demasiado grande me va bien. La parte más fuerte de mi vida ya está por la popa. Mi padre fue un gran crucerista, hizo travesías del Atlántico, pasó épocas en el Caribe y y yo le acompañé en muchas ocasiones y algo se me ha quedado. Cuando yo he hecho vueltas al mundo en competición y pasábamos por sitios bonitos siempre he dicho coño, qué pena no tener un poco de tiempo y conocer este sitio. Recuerdo pasar una vez en regata por Fernando de Noronha, yo tenía la escota en la mano y pensaba para mis adentros que a ver cuándo se acababa la guardia para coger los prismáticos y por lo menos mirar cómo es esta isla… Veía esa gente ahí fondeada con sus cruceros en ese sitio tan paradisíaco que me dije que algún día yo tenía que hacer eso. Ahora me estoy preparando para ello, de momento estoy en las Canarias, que no conozco mucho por no haber tenido tiempo para ello y son maravillosas. Ahora estoy entre Lanzarote y Fuerteventura, Lobos, Graciosa y estoy disfrutando mucho con un catamarán que me compré, con el que el plan es irme al otro lado del charco en el futuro.