OBR: el trabajo más duro del periodismo deportivo
Los reporteros a bordo de The Ocean Race viven un auténtico infierno para documentar la Vuelta al mundo.
El trabajo de reportero a bordo (OBR, On Board Reporter) en The Ocean Race es, probablemente, el más duro del periodismo deportivo. Dejando a un lado el de guerra, los cinco reporteros que están dando la vuelta al mundo integrados en las tripulaciones que compiten en The Ocean viven en primera persona lo que supone trabajar en unas condiciones extremas, con la misión de que los aficionados perciban de la mejor manera posible las mil peripecias que suceden dentro de los barcos durante la competición.
Los reporteros a bordo debutaron en la edición de 2008-09 y, pese a su peligrosidad, hay un sinfín de candidatos para los pocos puestos disponibles. De hecho, para la anterior edición de la regata se presentaron 10.000 candidatos de 126 países, ya que era la propia organización de la regata la que fichaba y pagaba a los reporteros. Con esta decisión se intentaba evitar que los periodistas a bordo tuvieran una estrecha relación con los patrones ya que previamente, al ficharlos los propios equipos, podían enviar únicamente lo que los patrones les permitían.
Además, los reporteros tienen totalmente prohibido ayudar en la navegación, precisamente para evitar que los equipos fichen a un regatista, le den una cámara y tengan dos manos expertas más a bordo. En la presente edición, aunque han vuelto a trabajar directamente para los equipos, el perfil de los seleccionados es claramente periodístico. Es necesario que sepan lo que es navegar, sino se intentarían suicidar el primer día, pero su perfil profesional tiene que ser excelente en cuanto a la generación de contenido.
Hablamos con Ugo Fonollà, un mallorquín que ejerció de reportero a bordo del MAPFRE en la edición de 2017-18, por lo que es uno de los pocos que puede hablar con propiedad del asunto. "Ha sido la aventura más extrema y más difícil de mi vida, quizás escalando el Everest o algo así tienes factores similares de supervivencia y condiciones extremas. Al final estás en sitios remotos donde la ayuda en el caso de que pase algo es muy limitada", reflexiona.
Ugo nos relata las peculiaridades de un trabajo tan complicado. "Hay que tener una motivación personal, puedes ser un cámara buenísimo pero si no disfrutas de la competición lo veo muy complicado. Yo era fan de The Ocean Race de toda la vida, la hubiera hecho como regatista pero soy muy malo. Recuerdo que el padre de un amigo mío, que conocía bien estos barcos, me preguntaba cada vez que me veía de si estaba seguro de dónde me iba a meter. Eso me ayudó mucho a prepararme psicológicamente".
Pero, ¿qué es más difícil? ¿Volar un dron con 40 nudos o convivir con más gente en 15 metros cuadrados? Ugo lo tiene claro. "Para mí lo mas difícil fue el factor humano, Siempre he sido muy introvertido y había trabajado muy poco en equipo. En tema de manejo de drones, edición, etc. la tenía todo bajo control, eso no suponía un desafío para mí. En cambio, en la parte humana me faltaba rodaje. Cuando hacía las pruebas antes de que me dieran el trabajo estaba obsesionado con ofrecer el mejor material y ahí recibí un muy buen consejo de Patán (Pablo Arrarte). Me dijo que si quería hacer este trabajo tenía que saber que esto era un equipo y que me intentase integrar, que intentarse ayudar aunque fuese haciendo un café. En regata estaba muy limitado, pero el día a día en los entrenos me hizo cambiar el chip. Me había olvidado totalmente del factor convivencia y es lo que marca la diferencia".
Habitualmente, su lista de trabajo diario incluye un texto de 300 palabras, que es más o menos un folio, 10 o 12 fotografías y un vídeo de dos minutos editado con entrevistas y el día a día del barco. Y tienen que hacerlo viviendo en un espacio de 15 metros cuadrados con otras cuatro personas, con el barco moviéndose como una montaña rusa y durmiendo en siestas de dos horas para no perderse nada de lo que sucede a bordo.
El francés Julien Champolion, que a sus 24 años debuta en estas lides, ha sufrido de lo lindo a bordo del Holcim-PRB al recorrer los 40 Rugientes y los 50 Aullantes del Oceáno Sur. "El barco golpea el mar de forma muy violenta, es escalofriante. Sentado en un asiento o acostado en una litera, sientes todo lo que sucede en el casco y llevas el cuerpo tenso eternamente. Hay momentos en los que estoy completamente angustiado porque los movimientos son de una violencia muy poderosa".
Mucha más experiencia vital tiene el también francés Antoine Auriol, de 38 años, que va como reportero a bordo del Team Malizia. "No sé si es el trabajo más duro del mundo del deporte, pero sí que te puedo jurar que es el mas duro que he hecho en mi vida", dice Auriol, que cuando era más joven llegó a ser campeón del mundo de kitesurf.
Para poder transmitir todo el material cada barco lleva a bordo, además de la mejor comunicación por satélite del mundo, un espectacular equipo multimedia compuesto por una estación multimedia instalada bajo cubierta, cámaras HD y micrófonos fijos, además de cámara lenta, visión nocturna, un dron y cámaras 360 grados.
La dificultad técnica de su trabajo es extrema por las condiciones de movimiento y humedad del barco, aunque el reto que los convierte prácticamente en unos malabaristas es el manejo de dron. Estos reporteros tienen que ser, además, unos pilotos de dron excelentes, ya que las mejores imágenes vienen cuando las condiciones son más extremas, con vientos de más de 30 nudos y olas montañosas. En la pasada edición, el responsable técnico de los drones se echaba las manos a la cabeza cada vez que tenía que hacer recuento de los aparatos que descansaban en el fondo del mar…
Sin embargo, otra dificultad enorme que afrontan es el manejo de la información que transmiten. ¿Qué pueden contarle al gran público y qué no? ¿Si hay una discusión a bordo, que las hay y muchas, cuál es el límite? ¿Que sus protagonistas lleguen a las manos? Si alguien se hace daño a bordo, como le acaba de pasar a Rosalin Kuiper en el Malizia, ¿seria lícito estar filmando en lugar de socorrerla? Cuando hay un hombre al agua, que por desgracia también se da, ¿su labor es ayudar a rescatarlo o filmar todo lo que pasa?
En todo caso, la introducción de los reporteros a bordo ha cambiado radicalmente el mundo de la vela oceánica; antes nos llegaban los resúmenes de las etapas un tiempo después de que acabaran y gracias. Ahora, podemos seguir casi minuto a minuto uno de los deportes mas extremos del mundo.