FINAL FOUR NCAA

Adama Sanogo, el héroe que ha dado a Connecticut el título de la Final Four de la NCAA desde un lavacoches

El pívot de Mali fue nombrado 'Most Outstanding Player' de la Final Four y guió a los Huskies a su quinto título desde 1990.

Adama Sanogo corta la red tras conquistar el título universitario./Reuters
Adama Sanogo corta la red tras conquistar el título universitario. Reuters
Guillermo García

Guillermo García

Cuando comenzó el 'March Madness'los Huskies de la Universidad de Connecticut afilaron los dientes y dejaron de ser unos cachorros adorables para convertirse en perros de presa. Llegaban al torneo final de la NCAA heridos en el orgullo por no aparecer en las quinielas como uno de los grandes favoritos al título. También llegaban tocados en la cartera tras superar un año en el que tuvieron un déficit de 53 millones de dólares. Sin embargo, a la hora de jugar al baloncesto las deudas no cuentan y el orgullo es la gasolina necesaria en el tanque de los campeones.

Y así lo demostraron los pupilos de Dan Hurley en una Final Four que han dominado de principio a fin y en la que han terminado conquistando su quinto título universitario desde 1990. El programa de la Universidad de Connecticut ya es el cuarto con más triunfos en la historia de la NCAA (sólo superado por UCLA, Kentucky y North Carolina) tras imponerse a San Diego State por 76-59 en un encuentro dominado por Tristan Newton (19 puntos) y Adama Sanogo, que terminó como Most Outstanding Player de la Final Four.

El pívot completó así una nueva etapa en un viaje hasta el estrellato que muchas veces se convirtió en una odisea homérica. Todo comenzó en 2015 en Bamako, Mali, donde Sanogo, como otros cientos de niños, se divertía en los campos de fútbol mientras ayudaba a su padre en uno de sus cuatro negocios de lavado de coches. El hoy campeón de la NCAA disfrutaba subiendo y bajando la banda como lateral en el equipo que formaba con sus amigos y nadie se aventuraba a pensar que un día se viera hipnotizado por otro balón y otro deporte.

Fue en 2016, cuando Sanogo cumplió 14 años, cuando el mundo de la canasta se cruzó en su camino. Lo hizo casi por la obligación que marcaba su estatura. De hecho durante su primer año jugando al baloncesto dudó sobre si estaba hecho para ese deporte. La respuesta llegó sola. Creció hasta superar los dos metros, se metió en una cancha empujado por un amigo y comenzó a llamar la atención de los diferentes ojeadores estadounidenses que recorren el continente africano en busca de la última gran perla.

Y Kimani Young la encontró por las calles de Bamako. El asistente de los Huskies fue el primero en captar el talento de Sanogo y el encargado de convencerle para viajar a Estados Unidos para seguir su formación. En 2017 Adama apareció en el aeropuerto internacional Modibo Keita junto a su madre y dos de sus seis hermanos. Allí se embarcó en un avión con destino a Estados Unidos. Se subió él solo. El resto de su familia se quedó en tierra. Fue el momento más duro para un niño de 15 años que desde entonces apenas ha vuelto a su país.

Sanogo apenas llevaba un año jugando al baloncesto y no sabía inglés, pero su determinación y su imponente físico pronto le convirtieron en un diamante en bruto al que sólo había que pulir. "Era como un toro en la cancha", recordaba Young en una entrevista antes de la Final Four. Una fuerza de la naturaleza a la que costaba contener incluso cuando no estaba en el parquet.

Como muestra un botón. En 2018 nada más terminar el Mundia Sub-17 en Argentina, Sanogo sólo tenía un objetivo en mente y era volver a Estados Unidos para disputar un torneo veraniego con sus compañeros de instituto. Problemas burocráticos le impidieron volar directamente hasta Estados Unidos. Sanogo tuvo que viajar a Mali, arreglar unos papeles en 24 horas, antes de volver a meterse en un avión rumbo a Nueva York y luego coger otro vuelo con destino a Atlanta. Sanogo llegó al torneo, vio y venció. Y todo con un dedo roto que no le impidió ser el mejor del torneo.

Igual que en esta Final Four, donde se ha coronado campeón y MVP a pesar de llegar a los partidos en ayunas por el Ramadán. Nunca se planteó faltar a su obligación como musulmán. Buscó un modelo en el que mirarse y lo encontró en Hakeem Olajuwon, uno de los mejores pívots de la historia de la NBA. Sanogo se fijó en el exjugador y todo lo que consiguió en su carrera y decidió seguir el mismo camino. De momento parece que ha acertado.