Ángel Sanz, el español que jugó en Houston, descartó volver al Madrid y creó un imperio 'espartano': "Con 23 años decidí que el baloncesto ya me había todo"
El creador de la Spartan Race fue jugador de la Universidad de Houston que hoy juega la final de la NCAA 40 años después.

El pasado sábado se vivió una de las grandes sorpresas del mundo del deporte, de esas que hacen imposible acertar por completo el brackett del March Madness. Y lo de imposible no es una forma de hablar, es literal. Porque pocos podían aventurar que Houston estuviera en la final de la NCAA y menos después de haberse cruzado con Duke y Cooper Flagg en la semifinal.
Los Cougars, que llevan sin disputar una final nacional desde que perdieron ante Georgetown en 1984 con un equipo liderado por Olajuwon y Drexler, vuelven a jugar por un título que nunca han conquistado. Para ello tendrán que dar buena cuenta de los Gators de Florida, que vuelven a ser favoritos. Pero los tejanos ya han demostrado que les viene bien el cartel de tapados y así lo hicieron en semifinales tras remontar 14 puntos a los Blue Devils. Ahora quieren repetir gesta en la final en lo que sería el mayor triunfo en la historia de la universidad.
"Sería la consolidación de un programa y de una visión a largo plazo". Quien habla es Ángel Sanz, jugador formado en la cantera del Real Madrid y que vistió durante tres temporadas con la camiseta de los Cougars. "Se comprometieron con un estilo y una manera de hacer las cosas cuando llegó el entrenador Kelvin Sampson en 2014, que llegó para darle la vuelta al programa. Es una apuesta que no es fácil porque darle cambio a un programa así tarda mucho tiempo, comprometidos con un entrenador que tiene un estilo concreto y tanto la ciudad como la universidad han creído en esto. A veces hacerlo no implica ganar, pero cuando ves que te lleva a resultados, como ahora, pues lo que implica es una consolidación de un modelo y un refuerzo enorme a esa visión".
A pesar de llevar casi cuatro décadas sin pisar la final, Houston no es una universidad sin más. Es cantera de grandes jugadores que luego hicieron carrera tanto en la NBA como en Europa. Por encima de todos Hakeem Olajuwon y Clyde Drexler, líderes de los Phi Slama Jama, como se conoció a los Cougars en las dos temporadas en las que llegaron a la final de la NCAA. Pero no son los únicos nombres que han salido de Houston como recuerda Sanz: "Yo llegué y había dos jugadores concretamente que fueron a la NBA. Bo Outlaw, que fue mi primer compañero de habitación, y Bo luego estuvo 10 años en los Orlando Magic. Y mi segundo compañero de habitación fue Anthony Goldwire, que también jugó en Phoenix, jugó en Denver Nuggets, y fue base del Barça, además".
La llegada de Sanz a Houston no fue casualidad. Tuvo una causa, los estudios, y un causante, Carl Herrera. El jugador español se formó en la cantera del Real Madrid y allí coincidió con el venezolano, que fue el que le recomendó marcharse a Houston: "Esa generación que estábamos en el Real Madrid era una generación que tenía mucha perspectiva, muchísima proyección y a mí, además, me iba bien en los estudios. Entonces, en un campeonato de España junior que se jugó en Coruña se dieron cita varios ojeadores de universidades estadounidenses y entre ellos estaba Houston. Esto se mezcló con que Carl Herrera, que había jugado en el Real Madrid en el primer equipo y venía de esa universidad y tenía el vínculo con Houston. El entrenador Pat Foster, que conocía mucho a Carl Herrera, necesitaban a alguien en mi posición, y yo el inglés lo tenía bastante controlado y me daba la oportunidad de estudiar en una universidad top 25 en business en el mundo. Así que no tuve ninguna duda".
"El entrenador Pat Foster, que conocía mucho a Carl Herrera, necesitaban a alguien en mi posición, y yo el inglés lo tenía bastante controlado y me daba la oportunidad de estudiar en una universidad top 25. Así que no tuve ninguna duda".
Sanz estuvo tres temporadas en los Cougars en las que promedió tres puntos, 1,1 rebotes y 1,1 asistencias en 10 minutos de media. Tres años -fueron cuatro pero el primero no jugó- que dan para mucho… y para muchos recuerdos. "Toda la inversión que se hacía allí de las instalaciones, cómo se trataba al jugador, el entrenador, el equipo técnico, todo era impresionante. Estaba mucho más profesionalizado que cualquier primer equipo del Real Madrid, por ejemplo, que teníamos aquí nosotros. Esa devoción de la afición incondicional a la universidad, la competición... todo lo que recuerdo es alta calidad y entrega".
"Es la sensación de sueño americano. La universidad pone a tu disposición todos los recursos para que tú sigas creciendo. Yo solo tengo buenos recuerdos y la verdad es que para mí estar en la Universidad de Houston es un antes y después en mi vida, me cambió la manera de ver el mundo", asegura un Sanz que tras catar las mieles de la NCAA decidió aparcar su carrera en las canchas para centrarse en toda una vida fuera de ellas.
"Cuando volví, el baloncesto no fue lo mismo. Fue la apertura total, jugar por amor al juego que era lo que más me gustaba y que allí se potenció", recuerda un Ángel Sanz que tras la NCAA decidió cambiar su vida. "Cuando vuelves aquí es para ser jugador profesional con todo lo que eso implica. Los agentes, los representantes, las relaciones con los clubes… Todo eso iba en contra de cómo veía yo mi posición en el deporte. Me encantaba lo de que te pagaran por jugar, pero implicaba un montón de cosas. Además yo era sub-23 y en esa época eso te posicionaba en el banquillo y no estaba por la labor de ir en esa dirección".
"Cuando vuelves aquí es para ser jugador profesional con todo lo que eso implica. Los agentes, los representantes, las relaciones con los clubes… Todo eso iba en contra de cómo veía yo mi posición en el deporte"
Ahí fue cuando Sanz decidió 'dejar' el Real Madrid: "En ese momento, los derechos todavía pertenecían al Real Madrid. Era todo muy complicado y no me permitía vivir la vida como yo la visualizaba. Yo venía con un título muy bueno y tenía un montón de ofertas de trabajo y luego yo siempre digo que yo no era lo suficientemente bueno. ¿Con esto qué quiero decir? Que sí que podía haber estado jugando en cualquier equipo, pero no era tan bueno como para controlar mi destino y dependía bastante de los clubes y de los representantes. Y eso es algo que, por personalidad, a mí me costaba digerir. Así que decidí con 23 años que ya el baloncesto me había dado lo que yo necesitaba, que era una educación y una experiencia universitaria. Ya había hecho lo que tenía que hacer y decidí que mi camino era otro".
Un emprendedor a través del deporte
Ángel Sanz es mucho más que un exjugador de baloncesto. Es un emprendendor que trata de cambiar el mundo a través del deporte. “Me pillas en la Final Four femenina, en Tampa, porque hemos montado un proyecto que se llama Sport Change Project en el que, precisamente, estamos ayudando a un montón de niñas a desarrollar su camino en el ámbito universitario femenino. Ceo que tengo la capacidad de impactar en el ámbito del deporte, a través un poco de mis habilidades, de mis recursos”.
Han pasado siete párrafos y no sé cuántos caracteres y todavía no hemos dicho quién es Ángel Sanz, más allá de un exjugador de baloncesto del Real Madrid. "Aquí estoy ahora, montando la Spartan Race", señala Sanz, responsable de una de las pruebas de moda en el calendario deportivo en España y que hoy dejará de ser 'espartano' para volver a ponerse la camiseta de los Cougars.