OPINIÓN

La tercera venida del Facu

Facundo Campazzo en su presentación con el Real Madrid./Real Madrid
Facundo Campazzo en su presentación con el Real Madrid. Real Madrid

Los textos distinguen entre las tres venidas de Facundo Campazzo al Real Madrid: su venida en la carne, cuando nació para el basket europeo, joven e inexperto, y fue cedido al UCAM Murcia, pese a haber dominado Argentina. Para el Real Madrid no era suficiente. A él le valío para conocer lo que significaba el Madrid, para conocer una ciudad de la que ya no dejaría de estar enamorado nunca y para sumar la primera Euroliga en su historial, viendo desde el banco como Nocioni hacía 4 tapones determinantes para levantar ese trofeo.

Su segunda venida ya fue sin la carne. O al menos con menos carne. En Murcia tomó la decisión de cuidar su alimentación si quería llegar donde un base FIBA de menos de 1,80 no había llegado nunca. Eso le hizo volver al equipo blanco y fue cuando llegó a habitar en las almas merengues por gracia de su baloncesto total, defensa muy cercana al balón y ataque jerárquico con mucha capacidad para asociarse con Tavares. La temporada final de Doncic le hace sumar otra Euroliga. Posteriormente tras la salida del esloveno, es Campazzo quién hereda las llaves del coche y acumula títulos nacionales y los MVP . Pero esa mirada testaruda, más las llamadas de USA, le hacen decidir que tiene que intentarlo. No tengan ninguna duda, si Campazzo no hubiera ido a la NBA pese a que tuvo que retorcer los números de los contratos para hacerlo factible, sino hubiera hecho así, no sería Campazzo. Nunca hubiera llegado un jugador tan pequeño a ser tan importante en uno de los clubes dominadores de Europa, no hubiera sido el base líder de Argentina subcampeona del Mundo. Nunca se conformó y por eso es así y así sucedió. Un formato humano terco al que los retos imposibles le motivaron porque los fue superando.

 Y su venida final, la tercera, que es cuando será juzgado por los europeos. Tras una breve etapa en Belgrado, viviendo la pasión desbordada de una ciudad loca históricamente -y los últimos tiempos aún más tras la llegada de Zeljko Obradovic y los grandes patrocinios derivados de las empresas mixtas de energía serbo-rusas. La familia de Campazzo nunca se quiso ir de Madrid, aunque Denver y Dallas fueran destinos tranquilos para un jugador NBA y su burbuja de confort. Imaginen Belgrado encendido a cada paso en el momento culmen de la rivalidad Partizan-Estrella Roja, esos aficionados que tan bien quedan en planos televisivos, mirados por los ojos de una madre, de una pareja, de una niña.

¿Qué Campazzo vuelve al Real Madrid? ¿Qué Real Madrid recibe a Campazzo? Todo diferente porque todo sigue igual. No está Laso que se fue a Múnich, pero la sección sigue una hoja de ruta: mismo cuerpo técnico, mismos líderes veteranos de vestuario, misma mirada depredadora, mismo orden jerárquico en despachos. Ponerse de acuerdo con Musa, Hezonja y Yabusele no debe costarle demasiado tiempo. Salen Goss y Hanga, dos referencias defensivas exteriores. La apuesta es la recuperación a día de hoy de Abalde y Alocen. La pareja Campazzo-Sergio Rodríguez al aficionado al baloncesto le hará levantar la mirada del móvil para ver qué pasa en la tele, al menos de salida será así en los grandes partidos y en ataque. Pero la temporada es muy larga y la exigencia del equipo blanco es enorme.

Y enfrente la apuesta de Juan Carlos Navarro por un método FEB de españoles contrastados en competiciones de selecciones pero a probar aún en Euroliga. ¿Campazzo contra los HernaBross y cia? En las semanas estivales de la ilusión es así, en temporada solo importa el bloque, el ganar al rival en las finales de Supercopa, Copa del Rey y por encima de todo eso, llegar a la F4 bien para tener éxito, aunque sea agónico como le pasó al Real Madrid la temporada pasada. Una campaña de tres semanas demenciales imposibles de describir, difíciles de igualar en cuanto a emociones negativas y positivas. El reto del Facu es mandar para ganar, no solo en España, sino en Europa también. Este contrato se acaba cuando tenga 36 años. El juicio final llegará entonces, él sabrá si su ambición y pertinaz pelea por romper techos de cristal mereció la pena. O mereció la gloria. La inmortalidad del parnaso madridista está siempre a un paso del precipicio. Jugar con riesgo no es algo que le sea ajeno al base cordobés.