Scariolo y el baloncesto, un amor con luces y alguna sombra
El seleccionador español presenta 'Mi amor por el baloncesto', un viaje de Brescia hasta España, donde no todo fue color de rosas.

Sergio Scariolo ha decidido cambiar la pizarra por el ordenador y el rotulador por un folio en blanco. Durante unas horas (o varios días) el italiano ha dejado de lado su cara más conocida, la de entrenador, por la de escritor para lanzarse a la aventura de publicar su primer libro, Mi amor por el baloncesto'. La temática era sencilla, pero poner negro sobre blanco no siempre resulta fácil. El técnico de Brescia lo ha conseguido y nos entrega un viaje por el lado más personal (e infantil en muchos casos) de una vida marcada por el trabajo y su posterior recompensa: el éxito.
Aprovechando su paso por Madrid, donde mañana juega contra el equipo blanco, el seleccionador español hizo una parada para presentar su obra al público. Con Santiago Segurola ejerciendo de maestro de ceremonias, Scariolo intentó resumir una pequeña parte de lo que el lector se encuentra luego en el libro. "Un viaje que nos hace compartir. Un viaje personal y profesional de un hombre global", como apuntaba el periodista bilbaino.
El título ya da una pista de por dónde van los tiros del libro. El baloncesto es protagonista. Desde sus inicios en Italia, donde comenzó aprendiendo de los más grandes como él mismo reconoce: "Me reconozco en la escuela europea del baloncesto. Había dos: italiana y yugoslava. Mi vida ha sido ha sido ir 'robando' de diferentes culturas y diferentes formas de ser. He entrenado en varios países en los que se daba importancia al baloncesto. Podemos ser de diferentes lugares, pero aquí en la cancha lo que queremos es coger lo bueno de cada aportación y no excluir".

Ese es uno de los puntos clave en el discurso de un cosmopolita como Sergio Scariolo. Un ciudadano italiano que ha vivido en cuatro países, lo que le permite ver las cosas con perspectiva: "Soy italiano, me siento italiano, pero he elegido España para vivir. Vas acumulando aprendizaje. Y eso te ayuda a tener una visión más amplia".
Sin embargo, ese ir y venir constante no siempre ha sido fácil para Scariolo. Y menos cuando llegas a cargos de tanta responsabilidad como es el de seleccionador español. El técnico relata pasajes para muchos desconocidos sobre sus primeros meses como entrenador del equipo nacional de otro país: "Hubo momentos de auténtico rechazo. Lo sentí y lo viví. No quiero arrastrar negatividad porque no me conviene. Recuerdo que cuando ganaba era el seleccionador español y cuando perdía era el italiano. Pero no venía a cuento la queja. Este es un trabajo en el que te juzgan pocos por conocimiento del baloncesto o por antipatía. No tienes que darle muchas vueltas".
"Hubo momentos de rechazo. Recuerdo que cuando ganaba era el seleccionador español y cuando perdía era el italiano"
Seleccionador español de baloncestoHoy esos episodios parecen cosa de un pasado muy lejano. Los éxitos son una niebla que puede esconder casi cualquier cosa. Sin embargo, no siempre se consigue. Le sucedió a Scariolo en un principio y le ocurrió a Lorenzo Brown el pasado verano: "No pensé que iba a haber una polémica tan grande. He detectado mucha ignorancia. Hubo un poco de xenofobia y manifestaciones impropias de un país civilizado, incluyente y acogedor como es España".
"En el caso de Lorenzo Brown he detectado mucha ignorancia impropia de un país civilizado y acogedor como España"
Un país donde llegó en 1997 y que era muy diferente a como es ahora. Tanto su vida como su baloncesto, como recuerda Scariolo: "Al llegar a España la primera sensación que tuvo es que había mucha calidad pero un nivel de competitividad bajísimo. Fue un impacto duro. Y eso ha cambiado. La transformación ha sido brutal".
La generación del 80 y su influencia
"Gran parte de mérito la tienen los junior de oro, que empezaron a plantearse la idea desde pequeños de ir a ganar. Sumando experiencia ganadora fortalecían esta cultura", recuerda el seleccionador que ha ganado cuatro Europeos, un mundial y dos medallas olímpicas. Algo impensable sin un grupo de jugadores que también le enseñó a vencer: "Lo que más me influenció es que eran jugadores capaces de divertirse en la cancha y fuera de ella y a la vez convertirse en feroces competidores cuando había que jugarse las habichuelas. Era una transformación de hombre a lobo. Podía pedirles cualquier cosa".
El italiano quiso finalizar su discurso poniendo en perspectiva el panorama del baloncesto español y el logro conseguido el pasado mes de septiembre en el Eurobasket: "Ahora estamos en un periodo de transición. Estamos en un desierto. Es cierto que hemos encontrado un oasis, pero no sabemos si hay más. Vemos la ciudad al final, pero nos queda desierto para volver a ser candidatos. A mí lo que me interesa es tener un plan a largo plazo y muchos planes a corto plazo que pueden funcionar. Mi visión no llegaba a un resultado final, sino a una forma de jugar, a una forma de competir". Y lo consiguió. Hasta el final.