OPINIÓN

La voracidad del Sevilla, el diván de Diego Alonso

El entrenador del Sevilla, Diego Alonso./EP
El entrenador del Sevilla, Diego Alonso. EP

En el fútbol no existe la memoria y en este Sevilla convulsionado, aún menos. Si a José Luis Mendilibar los éxitos -Europa League pero también salvación holgada- se le dejaron de valorar en apenas semanas, a Diego Alonso también se le envía al rincón de pensar en apenas siete días. De la ilusión de la igualada ante el Real Madrid a esa inquietud por un nuevo empate en Cádiz, en el que el conjunto sevillista exhibió viejos defectos y también otros que corresponden al nuevo entrenador.

Vive demasiado deprisa este Sevilla, sin apenas tiempo para la reflexión en plena transición deportiva. El análisis de los dos últimos años invitaría a la calma, pero eso no se contempla en una entidad que se acostumbró a ganar en el siglo XXI. Si hasta en un paupérrimo año como el anterior, con tres entrenadores y la sombra del descenso, se ganó una Europa League, ahora tampoco se quiere renunciar a nada. Ni a la Champions ni a la cuarta plaza, por más que las síntomas que ofrezca la plantilla no sean los mejores.

A Diego Alonso se le contrató para mejorar el juego y, sobre todo, los resultados de Mendilibar. Hasta el momento, ni una cosa ni la otra, aunque sólo hayan transcurrido tres partidos, dos de LaLiga y uno de la Liga de Campeones. El uruguayo ha tirado de la vieja guardia -con la excepción de Fernando- y también pretende variar el estilo de juego, aunque ante el Cádiz precisamente se lo castigara por la salida con la pelota desde atrás al más puro estilo Sampaoli. Malos recuerdos en Nervión, que ya vivió demasiadas situaciones de tensión por ese ideario del argentino como para que ahora sea imitado para resucitar al equipo.

También dejó otras señales que elevan cierta preocupación en el entorno. Colocar a Suso de mediapunta, como ya intentó Mendilibar, no suele ofrecer buenos resultados. Como tampoco acabar los partidos con dos delanteros en el área pero sin que el equipo tenga la posibilidad de meter balones. Ya ocurrió en la fase final ante el Arsenal y volvió a suceder contra el Cádiz, cuando tras el 2-2 el equipo sevillista apenas volvió a inquietar a Ledesma, por más que Mariano y En-Nesyri primero o el marroquí y Rafa Mir después actuasen como pareja de ataque.

Diego Alonso necesitará tiempo, tanto para conocer a fondo a su plantilla como para darle su sello al Sevilla. Pero esa cuestión que parece lógica en cualquier entidad no se posee en Nervión. Aquí urgen los resultados. Ganar y ganar, que el manicomio de Nervión sólo entiende de victorias. Y mañana ya quedará olvidada la de ayer, con ese estado de ansiedad en el que lleva instalado el club en los últimos tiempos. Diez puntos en diez jornadas es ritmo de pelear por el descenso.

Diego Alonso en rueda de prensa tras el partido frente al Cádiz. LALIGA

Cuestiones extradeportivas al margen, que en breve volverán a ponerse de actualidad, el Sevilla necesita victorias, ese único calmante que ofrece tregua en el día a día. Ahora llega el trámite -otra cosa no se contempla- de la Copa del Rey antes de afrontar tres partidos que marcarán el futuro. Celta, Arsenal y Betis aguardan en el horizonte para cuando Diego Alonso salga del diván, al que ha acudido en apenas una semana ante la necesidad de despejar fantasmas y encontrar el rumbo al que obliga este Sevilla.