FÚTBOL

El mundo de obsesiones que ha marcado la carrera de Marcelo Bielsa: "Sería más feliz en un Tercera que en la Premier"

La personalidad de uno de los entrenadores más influyentes de las últimas décadas, ahora seleccionador uruguayo, analizada al detalle.

Marcelo Bielsa en el banquillo de Chile./Efe
Marcelo Bielsa en el banquillo de Chile. Efe
Sebastián Fest

Sebastián Fest

Pareció un enorme error de Claudio Bravo. Un gol que le abría el partido a España en el camino al ansiado título mundial en Sudáfrica 2010. Pero esa salida al lateral a 30 metros de su arco y con rechace defectuoso para que David Villa colocara a placer la pelota en el arco de Chile no fue exactamente un error del portero. Bravo estaba obligado a hacerlo. Era, una vez más, el 'efecto Bielsa'.

No hay entrenador como Marcelo Bielsa, del que casi la totalidad de los jugadores que han pasado por sus manos dicen algo fundamental: sus carreras se dividen en un antes y un después. Ser dirigidos por el argentino los convirtió en mejores futbolistas.

Claro, esa personalidad magnética tiene sus complicaciones, sus riesgos. Chile, que llegaba al Mundial como equipo temible y en ascenso, se llevó una derrota ante España por la convicción de seguir el 'credo Bielsa' a cualquier coste. Había ganado los dos primeros partidos, incluyendo un 1-0 ante aquella Suiza que derrotó a España en el debut. Un empate les haría ganar el grupo, pero la derrota puso a los sudamericanos en octavos de final ante Brasil, partido del que salieron vapuleados.

Un gol que lo cambió todo

Otra vez: no había alternativa. Bravo no se equivocó. Bravo obedeció. "Bravo jugó la pelota, en vez de tirarla fuera, porque si no, Bielsa lo mataba". La frase a Relevo es de uno de los hombres que mejor conoció a Bielsa en los años que lleva como entrenador.

Vicente Del Bosque debería -si no lo hizo ya- enviarle una carta de agradecimiento, un regalo, algo que haga justicia con Bielsa, que tanto hizo por España: de no haber convencido a Bravo de que la pelota debe ser jugada (casi) siempre, aquel partido podría haber terminado en empate o quién sabe si en victoria chilena. Y cualquiera de los dos resultados habría situado a Brasil como el rival de España en octavos, un desafío bastante más riesgoso que el que planteó Portugal.

El estilo Bielsa

Otro ejemplo del Bielsa que no negocia el estilo: un dirigente le pregunta a un jugador dirigido por el argentino por qué subió a buscar el gol cuando faltaban solo dos minutos para el final y el partido estaba resuelto.

"Es que si no lo hacía, el profesor no me ponía la próxima". Había que subir, dar el pase e ir a buscar la devolución, una jugada practicada mil veces por Bielsa en los entrenamientos.

"Bielsa reaccionó y lo molió a gritos. Lo destruyó"

Un ejemplo más. Chile comienza perdiendo 2-0 con Brasil, pero logra empatar 2-2. Eduardo Berizzo, por entonces ayudante de Bielsa y hoy seleccionador de Chile, le grita a los jugadores que estaba bien, que controlaran el balón, que con el empate estaban clasificados. "Bielsa reaccionó y lo molió a gritos. Lo destruyó".

Sus primeros pasos

Aquel Bielsa había debutado una década antes como entrenador en España. De aquello se cumplió ya un cuarto de siglo, bien lo saben en el Espanyol de Barcelona que por entonces presidía Daniel Sánchez Llibre.

Marcelo Bielsa en su presentación como técnico del Espanyol. Efe
Marcelo Bielsa en su presentación como técnico del Espanyol. Efe

La llegada de Bielsa al equipo perico le había dado una presencia y una moral inusuales a un equipo siempre a la sombra del Barcelona. Era 1998, Argentina había sido eliminada agónicamente por Holanda en los cuartos de final del Mundial de Francia y el ciclo de Daniel Passarella había llegado a su fin.

Argentina buscaba un director técnico, que es como allí se llama al entrenador, para su selección. Para espanto de Sánchez Llibre, los ojos de Julio Grondona, presidente de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), se posaron en Bielsa.

El Espanyol estaba en transición. Demolido Sarriá, jugaba en el Olímpico de Barcelona. El estadio de El Prat-Cornellá llegaría una década después. En la enorme, veraniega y desolada escenografía olímpica que servía de hogar temporal al Espanyol, Bielsa comenzó a hacer cosas extrañas.

Llevaba seis partidos al frente del equipo, los pericos sentían que allí había una idea de juego, un futuro promisorio. Pero llegó la oferta de Argentina y Bielsa, que enarbola la palabra como un compromiso de honor superior a la firma de un contrato, pidió que lo liberaran: no quería dejar pasar la oportunidad de su vida. Quería entrenar a Argentina.

Aunque quería hacerlo a lo Bielsa, quería algo inviable. "Aspiro a que sea una salida consensuada y armoniosa", decía en su búnker del Hotel Hesperia, en Sarriá, durante semanas en las que ninguna de las partes quería ceder. Bielsa bajaba cada mañana al lobby del hotel y recogía un rollo interminable de papel. Le enviaban, vía fax desde Argentina, todo lo que se publicaba sobre él en la prensa de su país. Y él leía todo, hasta la última palabra.

Bielsa en su etapa como seleccionador de Argentina. Efe
Bielsa en su etapa como seleccionador de Argentina. Efe

Bielsa se fue del Espanyol, pero 13 años más tarde regresaría a España para dirigir dos temporadas al Athletic de Bilbao. Se fue de allí también dejando la combinación de un impacto perdurable y tensiones a veces insólitas. Se peleó con los encargados de remodelar el campo de Lezama ante lo que percibió como una estafa y envió un misil a los directivos del club: "Si tienes 300 millones de euros en jugadores no puedes tener un campo como el de Lezama".

Los cambios de Bielsa

Años atrás le planteé una pregunta a Fernando Saffie, el mejor amigo de Bielsa en Chile: Bielsa cambia mucho de equipo, no se queda en proyectos largos en clubes, ¿por qué?: "Yo creo que se cansa. Necesita siempre tomarse un tiempo, unos meses, y después repensarse".

Saffie no es dirigente, no fue futbolista, no es entrenador. Es el dueño de Deportes Player, una tienda de artículos deportivos en una de las enrevesadas callejuelas en torno a la Plaza de Armas de Santiago de Chile. "Yo a Marcelo lo conocí en Rosario, ya era entrenador de Chile. Lo que me impactó fue su sencillez. Era un diez, un diez, un crack. Todo lo que se pueda decir de él es poco", señala.

Saffie ama a Bielsa: "La llegada que tenía con la gente humilde… Los regalos que él les hacía a los niñitos, las cartas que le llegaban… Leía y contestaba todas".

En aquellos años en Chile, Bielsa se olvidaba de cobrar sus 125.000 dólares mensuales (de ahí pagaba a todo su grupo de ayudantes), llamaba con frecuencia al crítico de cine del diario 'El Mercurio' para que le recomendara películas y, cuando se fue, le regaló el coche a Gabriel Aravena, su ayudante.

Bielsa vivió todo ese tiempo en Pinto Durán, el centro de entrenamiento de la selección chilena, en las afueras de Santiago. La primera vez que visitó el compejo, Bielsa le preguntó a su anfitrión si le molestaría que se instalase a vivir allí.

"La llegada que tenía con la gente humilde… Los regalos que él les hacía a los niñitos, las cartas que le llegaban… Leía y contestaba todas"

Fernando Saffie

"Son 70.000 metros cuadrados en los que no hay nadie, y a la noche solo queda un vigilante a 300 metros de distancia", le advirtieron. "No importa", dijo Bielsa. "¿Sabe lo que es levantarse todas las mañanas y ver esto?". Y señaló la imponente Cordillera de los Andes.

La personalidad de Bielsa

Si hay que ubicar ideológicamente a Bielsa, sin dudas hay que hacerlo en la izquierda. Provenientes de una familia rabiosamente antiperonista, dos de los tres hermanos terminaron muy ligados al peronismo. Rafael, el mayor, fue ministro de Relaciones Exteriores de Néstor Kirchner, y María Eugenia, ministra de Vivienda de Alberto Fernández. Rafael, que de joven simpatizaba con la guerrilla peronista de Montoneros, se exilió en España. Hoy es embajador en Chile. Lidia, su madre, los crió insistiendo en dos principios: "En lo que hagas, tenés que ser el mejor", era uno. "Rechazá todo aquello que no se obtenga con sacrificio", otro.

Esa seguridad, por momentos altanería de los Bielsa, hizo que el entrenador se enfrentara al presidente del país en el que dirigía, Sebastián Piñera. Una vez que Chile obtuvo la clasificación para el Mundial 2010, Piñera se obsesionó con patearle un penal a Claudio Bravo. Los dirigentes chilenos intentaron disuadirlo por todas las vías, hasta argumentaron que con sus zapatos de suela lisa rompería el césped, cosa que no era cierta. Bielsa seguía la conversación en silencio, pero camino a la ebullición. Al final fue la esposa de Piñera la que zanjó el asunto: "¡Sebastián, haz caso!".

Marcelo Bielsa durante su etapa en el Leeds. Efe
Marcelo Bielsa durante su etapa en el Leeds. Efe

Meses después, de regreso de aquel Mundial, Bielsa, que tenía entre ceja y ceja a Piñera, lo saludó con desgana durante una recepción en el Palacio de La Moneda. "Un presidente, cuando invita públicamente, desde mi humilde punto de vista, convierte la invitación en una obligación, u obliga al que recibió la invitación a actuar descortésmente si elige rechazar la invitación", argumentaría el argentino.

Por qué Bielsa es así, ¿qué le gusta realmente? "Lo que le gusta es mejorar a un equipo", explica Safifie. "Yo creo que si le das un equipo de tercera división, Marcelo es más feliz que dirigiendo en la Premier League. ¿Cuántas selecciones del mundo lo querrían a Bielsa? Creo que ahí es donde se sentiría más cómodo, él no busca el lugar donde mejor le pagan. Él sería más feliz dirigiendo en Tercera".

Pero Bielsa no dirige en tercera, hoy dirige a la selección de Uruguay. "La llegada de Bielsa fue espectacular", dijo a Relevo Alejandro Balbi, presidente de Nacional, uno de los dos grandes clubes del fútbol uruguayo.

"Estuvo viviendo prácticamente un año en Uruguay con su mujer, viviendo como un uruguayo. Tomaba el colectivo (autobús) y veía cómo los uruguayos se dirigían al colectivero, cómo la gente se trataba entre sí. Y dijo que eso lo convenció, que ese trato y ese respeto le hacían recordar mucho a su infancia". Bielsa, ya de 68 años, es el mismo Bielsa de siempre.

"Ese caminar con la cabeza baja, esa sabiduría sobre jugadores a los que ni los dirigentes conocíamos tan en detalle... Él sabía hasta cuánto calzaba un pibe que ni debutó en primera división"

Alejandro Balbi

"Esa obsesión que tiene con el trabajo. Lo rápido que camina, pese a la edad, hay que correrlo desde atrás... Ese caminar con la cabeza baja, esa sabiduría sobre jugadores a los que ni los dirigentes conocíamos tan en detalle... Él sabía hasta cuánto calzaba un pibe que ni debutó en primera división. Un fuera de serie, un estudioso, un obsesivo para el trabajo", añade.

"Uno tiene la imagen de él como un tipo hosco, pero todo lo contrario, tiene un sentido del humor muy fino, sarcástico. Impresiona. Convivió mucho tiempo con el 'Maestro' (Óscar) Tabárez y tienen puntos de comparación", concluyó Balbi.

Con Luis Lacalle Pou, presidente uruguayo y de la misma familia política que Piñera, Bielsa aún no se ha visto. Y quién sabe si lo hará. Días atrás, cuando le preguntaron por Bielsa, Lacalle Pou, buen conocedor del fútbol, fue muy sincero.

"No lo tengo registrado del todo", admitió, aunque dijo haber hablado con "mucha gente" que lo conoce y que le destacó sus "muchas virtudes" humanas y futbolísticas. "Tiene una personalidad muy fuerte, eso es importante. Le deseo mucha suerte, ya está elegido y ojalá sea para bien".