MINICOPA ACB

Sospechas, documentos rotos y falta de recursos: el viaje del talento africano a las canteras de España

Los equipos se nutren de jóvenes infantiles africanos en busca de la futura estrella del baloncesto como Mohamed Dabone.

Mohamed Dabone machaca en la Minicopa ACB./ACB Media
Mohamed Dabone machaca en la Minicopa ACB. ACB Media
Guillermo García

Guillermo García

Málaga.- Mohamed Dabone era el nombre apuntado en la agenda de todos los ojeadores que estos días se dan cita en la Minicopa. Un gigante de 2,08 nacido en 2011 que se ha convertido en la gran atracción del torneo tras su gran carta de presentación en el Trofeo de la Leucemia, donde fue el MVP con 40 de valoración ante el Real Madrid en la final. También fue MVP en el Campeonato de España cadete de selecciones autonómicas.

Ahora quiere más y busca poner su nombre como uno de los diamantes salidos de una Minicopa por la que han pasado jugadores como Mahamadou Landoure, Ousmane Alpha o este mismo año Manel Moussa Baptiste, pívot de 2,09 del Real Madrid. Cuatro ejemplos que tienen en común su procedencia: África. Un continente que se ha convertido en el mayor caladero de talento de cara al futuro para el baloncesto profesional.

Pero, ¿cómo es la captación de talento por parte de las canteras españolas? Todo comienza con una red de informadores locales. "Ya sea un entrenador, ya sea un club, un político o una federación. Algo. Siempre hay una implicación local", apuntan fuentes que conocen bien cómo se trabaja a la hora de captar jugadores africanos para las canteras españolas, pero que prefieren mantenerse en el anonimato para este reportaje.

Se necesita de esa acción local para dar a conocer a sus jugadores porque hay poca visibilidad en esos países, "pero también porque hay cero recursos económicos para acceder a los documentos que necesitan para que todo esto sea posible". Un primer escollo burocrático para sacar ese talento de ahí. No es el único.

Y ahí es donde llega la habitual sospecha por la edad de estos jugadores cuando llegan a España. De nuevo el problema de los recursos: "Hay zonas donde ya hay registros digitales de las partidas de nacimiento, pero también hay zonas menos pudientes donde el censo se hace a mano y ahí es donde muchas veces se hacen las pruenas porque se puede romper literalmente una partida de nacimiento escrita a boli y hacer una nueva. Puede que tú nunca te enteres de su edad, porque además muchos de estos chicos tampoco tienen partidas escolares".

Con estas piedras en el camino, las canteras españolas empiezan a trabajar una vez que les llegan los informes y los vídeos de estos chicos. Ahí canteras como la del Real Madrid o el Barcelona -y en ocasiones Baskonia- viajan a estos países para ver in situ a las joyas de las que les llegan informes. Otros clubes lo que hacen es pedir más documentos gráficos sobre los jugadores antes de intentar captarles y apostar por ellos.

Entre las canteras más prolíficas dentro del continente africano destacan Senegal, Nigeria y Mali como los principales exportadores. Y ahí por ejemplo Dabone, la perla del Barcelona, también es una excepción. Un pívot procedente de Burkina Faso, donde apenas hay tradición baloncestística y donde apenas hace 11 años se realizó el primer campus en la historia del país.

Una nueva prueba del potencial de un continente en el que las interferencias políticas y económicas están a la orden del día a la hora de agilizar y legalizar el papeleo de estos jóvenes que también trabajan de forma diferente según las necesidades o los objetivos de los clubes a los que llegan. "Hay equipos como el Barça en los que sí que hay un plan de carrera. En otros clubes lo que hacen es que estos jugadores sirvan para el desarrollo de jugadores españoles o europeos en un contexto más competitivo y físico".

Con estas pautas, el camino que recorren estos jugadores está siempre bajo la sombra de la sospecha de países en los que el dinero es la razón de todo y que necesitan programas y medidas de protección como el BAL (Basketball African League) en la que todos sus equipos tienen que tener al menos a un niño formado en los programas de la NBA en África. Una medida para proteger y para explotar de forma local un talento que ahora disfrutan en otros lares.